
El sentimiento se apoderó de Poncho y Emilianito Zuleta la noche del miércoles, cuando el público del Parque de la Leyenda Vallenata los ovacionó de pie durante el homenaje que les rindieron el pueblo y los organizadores del certamen. “Estos son los momentos que le ponen a uno el corazón chiquitico y las piernas a temblar”, dijo Emiliano.
La potente voz de Tomás Alfonso, el cantante de Los Zuleta, se quebró de emoción por el reconocimiento, al punto que algunas lágrimas se asomaron en su rostro. “Nos sentimos orgullosos de haber defendido con respeto esta música vallenata que llevamos en el alma (…) Mi hermano y yo dejamos un legado para que el vallenato nunca muera”, expresó, sorprendido aún por haber llegado a “tan honrosa posición”.
Poncho cantó y Emilianito tocó el acordeón, complaciendo a los cientos de asistentes al coliseo Cacique Upar del parque de La Leyenda, que sumaron sus voces a la interpretación de clásicos como La sangre llama y, la más apetecida, Mi hermano y yo.
De ese episodio quedó el recuerdo de la interpretación de Emilianito, que soltó el acordeón y se apoderó del micrófono para cantarle, con sorprendente fluidez, al hermano que más quiere. “Ahora el gago soy yo”, le respondió Poncho en tarima.
Sin embargo, quizá el momento más emotivo fue cuando la menor de las hijas de Emilianito, de apenas un añito de vida, subió al escenario para acompañar a su padre. Emily Shadday es la razón por la que el acordeonero desea “vivir muchos años más y seguir componiendo canciones”.
“Hace dos años hablé con Adolfo Pacheco y le dije que mi mujer, después de más de 20 años, estaba embarazada otra vez. Me acuerdo que lo único que me respondió fue: compadre, ¿y de quién sospecha?”, recordó jocosamente el compositor, haciendo estallar las risas del público.
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