De una legislatura que se inició con mayoría absoluta hegemónica del PP en todas las instituciones se llega hoy a las elecciones generales con presencia plural en Ayuntamientos y comunidades autónomas y la previsión de un futuro Gobierno que tendrá que ser consecuencia de acuerdos. El diálogo y el consenso se abren paso.
Cuatro partidos —PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos— llegan a las elecciones de hoy en condiciones de provocar un vuelco político en España. El bipartidismo, entendido como el poder ampliamente mayoritario en el Congreso de dos partidos que, además, se alternan en el Gobierno, da paso a un escenario con nuevos actores.
La campaña y los últimos meses de mandato de Mariano Rajoy se han caracterizado por un nuevo marco de debate político en el que el eje de discusión ya no ha sido la izquierda y la derecha, sino la pugna entre lo nuevo y lo viejo. Lo que se aprecia como un enorme salto generacional se concreta en la aparición de nuevos aspirantes a la persidencia del Gobierno como Pablo Iglesias (Podemos) y Albert Rivera (Ciudadanos). De la misma forma que hace unos meses aparecieron otros líderes como abanderados de esa nueva política y ahora dirigen los Ayuntamientos de Madrid, Barcelona, Valencia o Cádiz entre otros, esa opción de cambio y de fin de ciclo llega a las Cortes y quizás a La Moncloa.
Rajoy concurre por cuarta vez como cabeza de lista en unas generales. Perdió en 2004 y 2008 frente a José Luis Rodríguez Zapatero y ganó en 2011 a Alfredo Pérez Rubalcaba. Es el presidente del Gobierno que más poder ha acumulado desde 1978, tanto en el Ejecutivo central como en poder territorial a través de su partido. Ahora aspira a ser el más votado y poder gobernar, pero con un descenso notable de escaños, consecuencia de la aparición de otros partidos y de su propio desgaste por la crisis y la corrupción.
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