Fue en el 2008, cuando en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, los violines caucanos tuvieron un espacio para que se conociera su sonido. En esa ocasión el grupo “Palmeras” se llevó los aplausos y el trofeo.
Desde ese momento hasta hoy, la modalidad Conjunto de Violín Caucano, se ha ganado un lugar de preeminencia como parte de este proceso cultural que exalta los ritmos y los instrumentos por tanto tiempos ocultos, entre la enorme riqueza cultural del Pacifico colombiano.
El aprender a tocar el violín, es un legado, es un regalo para el futuro. Se aprende a tocarlo sintiendo cómo la música viaja por las venas hasta que el corazón, que no resiste tanta emoción junta. Luego esa música baja a las piernas, se instala en los pies para por medio de ellos exorcizar los extraños cosquilleos que no permiten quedarse quietos un instante.
Los violines de hoy son hermanos de aquellos que, según cuenta la tradición, tienen más de 300 años de estar alegrando a la gente. Inicialmente fueron fabricados con tacos de guadua y crines de caballo, y desde esos fundacionales instrumentos surgen, como de un surtidor los sonidos de los bambucos, torbellinos, merengues andinos y fugas.
El violín caucano, es un andariego que se mete en todas las fiestas a poner sus notas: en los velorios con sus arrullos, en los casamientos para el festejo, en los cumpleaños para aplaudir la vida, y alegra cuanta celebración se atraviesa en su trasegar de vagabundo.
El Violín caucano: tradición que suena en Petronio
Su historia se pierde en el tiempo, sus orígenes se remonta a los períodos de la esclavitud, cuando a hurtadillas veían a sus amos tocar el Violín europeo y aprendieron imitando.
Los historiadores aseguran que el violín llegó al Cauca en el siglo XVII junto con los evangelizadores y colonizadores, en una revoltura de dioses y de músicas.
Con la libertad conquistada se llevaron su cultura, sus costumbres, mas las aprendidas y con ellos se quedó el gusto por los sonidos del violín en pueblos como Buenos Aires, Santander de Quilichao, Caloto y Suárez.
Gracias al Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez y a personas como Germán Patiño Ossa, se creó una categoría para mostrar esta expresión musical que permanecía en el desconocimiento y a la que no resultó nada fácil abrirle un espacio para que su voz musical se escuchara.
Hoy, prueba superada, el sonido de los violines compite al igual que las otras modalidades con el aplauso y beneplácito del público que llena los espacios en donde se realiza el Petronio.
Para la edición numero XIX del Petronio, 10 grupos le dirán a Colombia y al mundo que esos más de 300 años de tradición no han sido infructuosos, que los violines caucanos seguirán sonando cada vez más con más fuerza y más perfección, acompañando fugas, bambucos o adoraciones.
Los grupos en competencia serán los siguientes: Brisas de Mandivá; Caña Brava; Dejando Huellas; El folclor de mi pueblo; Remolinos de ovejas; Puma Blanca; Aires de Dominguillo; Sabor ancestral; Huellas africanas y Renovación.
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