En este sentido, el Santo Padre recordó que muchos jóvenes, a lo largo de los siglos, tuvieron que afrontar este momento decisivo de la vida. Así como el rey Salomón, también Francisco de Asís, que era joven y rico, y estaba sediento de gloria y de fama, partió a la guerra, esperando ser nombrado “caballero” y revestirse de honores. Pero Jesús se le apareció en el camino y le hizo reflexionar sobre lo que estaba haciendo. Vuelto en sí, dirigió a Dios una pregunta sencilla: «Señor, ¿qué quieres que haga?».
Y antes de hablar de los dos nuevos santos, ambos enamorados de Jesús y dispuestos a dar todo por Él, Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, un joven de principios del siglo XX y un adolescente de nuestros días, el Obispo de Roma puso el ejemplo de otro joven que respondió con su “si” al Señor y entregó su vida a Él, el joven Agustín de Hipona.
Al referirse a Pier Giorgio Frassati, el Pontífice dijo que, él encontró al Señor por medio de la escuela y los grupos eclesiales y dio testimonio de ello a través de su alegría de vivir y de ser cristiano en la oración, en la amistad y en la caridad. Hasta el punto de que, a fuerza de verlo recorrer las calles de Turín con carritos repletos de ayuda para los pobres, sus amigos lo llamaban “Empresa de Transportes Frassati”.
“También hoy, la vida de Pier Giorgio representa una luz para la espiritualidad laical. Para él la fe no fue una devoción privada; impulsado por la fuerza del Evangelio y la pertenencia a asociaciones eclesiales, se comprometió generosamente en la sociedad, dio su contribución en la vida política, se desgastó con ardor al servicio de los pobres”.
De Carlo Acutis, el Santo Padre dijo ante la presencia de sus padres y familiares que este joven encontró a Jesús en su familia, gracias a sus padres, Andrés y Antonia y después en la escuela, también él, y sobre todo en los sacramentos, celebrados en la comunidad parroquial.
“De ese modo, creció integrando naturalmente en sus jornadas de niño y de adolescente la oración, el deporte, el estudio y la caridad”.
Ambos, Pier Giorgio y Carlo, destacó el Papa, cultivaron el amor a Dios y a los hermanos a través de medios sencillos, al alcance de todos: la Santa Misa diaria, la oración, y especialmente la adoración Eucarística. Otra cosa esencial para ellos era la confesión frecuente.
“Carlo decía: «Cuando nos ponemos frente al sol, nos bronceamos. Cuando nos ponemos ante Jesús en la Eucaristía, nos convertimos en santos», y también: «La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos»”.
Finalmente, el Santo Padre dijo que, los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis son una invitación para todos nosotros, sobre todo para los jóvenes, a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra.
Debe estar conectado para enviar un comentario.