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Las honras fúnebres de Miguel Uribe Turbay, excandidato presidencial y senador, estuvo marcado por la solemnidad, el luto político y un momento profundamente humano protagonizado por la tierna inocencia humana de su hijo menor, Alejandro.
El sepelio del senador reunió en Bogotá a expresidentes, congresistas y allegados, pero estuvo marcado por la ausencia del presidente Gustavo Petro Urrego y su gabinete, decisión tomada a petición de la familia a fin de evitar contratiempos con los simpatizantes dolidos.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, detalló que estuvo en contacto con la familia tras la muerte del senador y que transmitió el deseo del presidente de acudir al velorio en el Capitolio Nacional. Sin embargo, la familia respondió que preferían que no lo hiciera.
Por su parte, la vicepresidenta Francia Márquez, quien inicialmente había confirmado su asistencia, finalmente desistió: “He tenido conocimiento de que su familia ha manifestado el deseo de no recibir la presencia de representantes del Gobierno en este momento de duelo, respeto profundamente esta decisión y, en coherencia con ello, no asistiré”, expresó en X.
La ceremonia, realizada inicialmente en el Salón Elíptico del Capitolio Nacional y posteriormente en la Catedral Primada de Colombia, reunió a familiares, congresistas y destacadas figuras políticas además de su equipo de colaboradores y seguidores.
“Les pido a todos que sigamos viviendo con las enseñanzas de Miguel y que al actuar pensemos siempre qué haría Miguel en esta situación. Hijo, fuiste mi guía y mi maestro, por lo cual te doy infinitas gracias (…) Que tu luz siga iluminando el camino de los colombianos”, expresó Miguel Uribe Londoño padre del congresista asesinado desde el Salón Elíptico del Capitolio, donde el féretro de su hijo permaneció en cámara ardiente desde el lunes.
Durante la homilía del cardenal Luis José Rueda Aparicio, y en medio de su inocencia y sin comprender del todo la magnitud de la tragedia ocurrida, Alejandro dejó una rosa que accidentalmente cayó al suelo. Su madre, María Claudia Tarazona, le avisó de lo sucedido; él, en un acto infantil, se tapó la boca y miró alrededor para ver si alguien lo había notado. Luego recogió la flor y la colocó nuevamente sobre el féretro.
Lo que comenzó como un gesto espontáneo se transformó en una escena que tocó el corazón de los presentes: el niño invitó a otros menores que asistían a la ceremonia a depositar también rosas en honor al senador.
El pequeño repitió el gesto en varias ocasiones, hasta colocar más de cinco rosas sobre el cuerpo inerte de su padre, mientras el homenaje continuaba. La escena quedó grabada en la memoria de los asistentes como un símbolo de amor y despedida.
La esposa de Miguel Uribe Turbay junto a sus hijas compartió un desgarrador mensaje de dolor, pero también de agradecimiento, en la ceremonia religiosa en la que Bogotá y Colombia despidió al senador.
“Honraré la memoria de tu hijo”: aseguró María Claudia Tarazona sosteniendo que su pequeño hijo Alejandro tiene grabado en cada célula el amor de su papá
Miguel Uribe Londoño al agradecer los gestos de solidaridad y afecto de los colombianos para con su familia fue enfático en que Colombia tiene claro de dónde viene la violencia y quién la promueve. “Callaron a Miguel, pero no podrán callar la voz de millones de colombianos que piden a gritos un cambio”, dijo.
Terminada la solemne misa en la Catedral Primada, sobre las 2:00 p. m, el cortejo fúnebre se dirigió al Cementerio Central, el camposanto más antiguo de Bogotá, donde el político recibió sepultura.
El expresidente Álvaro Uribe Vélez no asistió a las exequias del senador del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay, por sus situación judicial pero envió a dos representantes: su esposa, Lina Moreno de Uribe, y su hijo, Jerónimo Uribe quienes estaban detrás de los expresidentes y sus respectivas esposas César Gaviria (1990-1994), Ernesto Samper (1994-1998) y Juan Manuel Santos (2010-2018), así como otras personalidades políticas.
El sepelio de Miguel Uribe Turbay mostró dos caras de la despedida de una brillante figura pública: la dimensión política de un líder joven que aspiraba a la Presidencia en 2026 y la intimidad de una familia que, en medio del dolor, protegió su espacio de duelo.
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