Por: Álvaro Miguel “El Negro” Mina.
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La inesperada llamada telefónica del 9 de Febrero de 2014, cuando celebramos el día del periodista..!,«Pa, Me hirieron por robarme la moto»..!
A once años del percance qué le causó la partida de éste mundo terrenal al primogénito, Alain Mina Osorio. “Alacho”; por siempre té recordaremos con cariño y mucho amor.
Qué valga el momento para agradecer a tantas personas las cuales nos acompañaron a mitigar ése torbellino de dolor; ése mismo suplicio o tormento, al cual estamos expuestos todos, diariamente.
Muy temprano a las siete de la mañana, elevamos una plegaria en La Iglesia Juan Pablo Segundo, dónde el Padre, Oscar De la Vega, por tú descanso eterno.
Cómo olvidar esa llamada Telefónica…del 9 de febrero de 2014, cuando precisamente celebrábamos el día del periodista y me alertaste: “Pa”, me hirieron por robarme la moto, me llevan para, La Valle de Lili”: Con la ayuda del Padre Celestial; huevas, de ésta salimos, ya nos vemos»!. Fue la primera expresión de un padre atribulado, por el inesperado insuceso .
Al llegar al centro asistencial mientras me frotaba las manos, y elevaba la vista al Cielo, la médica de turno, sobrina de un reconocido empresario caleño, me manifestó: “Don Álvaro, roguemos al creador, porqué el proyectil generó, un roce en la vértebra T/4, la de la movilidad”.
Ahí nuestras súplicas al creador se intensificaron, mientras el grupo de periodistas qué se encontraba conmigo, interrumpió el silencio con una cadena de oración implorando el milagro, de volver a verte caminar y seguirte viendo jugar fútbol, cómo era la sana intención de ése fatídico día, en qué Alacho, se dirigía a bordo de su moto, al municipio de La Cumbre, en el Occidente del Valle del Cauca.
El episodio se registró frente al semáforo del Centro de Recreación de la Calle 70 con Las Malvinas, en el nororiente de Cali, sobre la Autopista Suroriental.
Para destacar: a Dios Gracias, la solidaridad fue total; desde el señor Conker, asesor del presidente Obama; el presidente Juan Manuel Santos, el Vicepresidente Angelino Garzón, los expresidentes Samper y Uribe; la Senadora Dilian Francisca Toro Torres, su equipo de trabajo, colegas y amigos. Y, claro la fraternidad y amistad, de la gente; aquello que jamás se podrá comprar; porqué, simplemente vierte del corazón, con sinceridad y sentimiento.
Igualmente al apoyo moral y espiritual del Gobernador del Valle, Weimar Delgado; el Alcalde de Cali, Rodrigo Guerrero; el Arzobispo de Cali Monseñor Darío De Jesús Monsalve, quién ofició las honras fúnebres en la Capilla de Los Olivos, de la Paso ancho. Y, el comandante de la Policía Metropolitana de Cali, General Hoover Penilla, y los hombres bajo su mando.
De los Honorables Senadores, Representantes a la Cámara, Diputados, Concejales, del ex Alcalde de Cali, Jorge Ivan Ospina, quién se comunicó vía telefónica y me manifestó, “en qué puedo ser útil… Alvaro Miguel..?”, Ministros y al Director de la Policía Nacional, General Rodolfo Palomino, a todos mil gracias, por estar presente.
Lo de Sebastián, él niño qué llegó en silla de ruedas, con la movilidad reducida, víctima de un atraco; llegó para ofrecernos una veladora. A nuestras familias; al pueblo de Cali, a la gente de nuestro pueblo natal, Puerto Tejada. Cómo olvidar al vendedor de periódicos qué vino desde Tuluá, para ayudarnos a mitigar la tristeza por el inmenso dolor, causado por la inseguridad rampante en las Calles de Cali.
Taxistas, abogados litigantes, directivos y estudiantes de La Usaca y los voceadores de periódicos de Cali, qué llegaron a despedirte.
En medio de los asistentes apareció Tatiana Gutiérrez, ex/compañera del periódico Q’hubo, llegaba de Manizales, quién me abrazo y me dijo: “Un abrazo a un amigo, se le da en vivo, no por teléfono”: Gracias, a “Tati” y “Nacho”.
Al joyero y amigo, Rodolfo Suro, él compadre del extinto, Don “Chente Fernández”. Las tías de Pereira, tu mamá Concha, las oraciones de la Tías Itsmenia, Elvia, mis hermanos Mincho, Carlos, Willian, Sandra, y Albeiro; y la Abuela Anadelia, la misma de los pistachos para mí “muchacho”, los fines de semana.
A mí esposa María Elena, a los integrantes de nuestras familias por sus plegarias al creador y amigos mil gracias, por no habernos abandonado en medio de la agitada tormenta, y turbulencia, emocional qué nos embargaba, por tu prematura partida.
Cómo olvidar la bondad y solidaridad, de los Doctores: Luis Fernando Lennis, María Elvira Domínguez, Toño Uribe, Toño Vallejo, y a Juan Cristóbal Romero, dispuestos, generosos y atentos en todo momento.
Desde Chile, dónde se encontraba, me llamó el expresidente Samper Pizano, para brindarme su apoyo y acompañamiento, cómo lo hizo en su momento con el rector de la Universidad Santiago de Cali, Ricardo Maya, qué le permitió el ingreso, a la Carrera de Derecho y Ciencias Políticas, al querido “Alacho”.
A la Familia Lian Arana, a Manuel Guillermo, y su hermano Luis Fernando Londoño Capurro; a Don Edgar Salazar y Sebastián Bonilla, extendiendo su mano amiga, tras el sueño de la pronta recuperación del primogénito.
Ése año se realizó la Cumbre del Pacífico, en Cartagena; cuando estaba en la Clínica Valle de Lili, volvió a sonar el teléfono, era, el jefe de comunicaciones de la Casa de Nariño, Jhon Jairo Ocampo: “Negro, el Presidente Santos, te quiere saludar….! “Hola Negro”, no te habla el Presidente de Colombia, te habla el Padre de familia, no sé que decirte, pero te llamo».,Gracias Señor Presidente!
A RCN, Radio Super, Q’Hubo Radio, Caracol Radio, a su presidente Ricardo Alarcón, Dr Darío Arizmendi, a Erika Fontalvo, a los Periódicos El Tiempo, País y Q’hubo, El Espectador, Canales TV Caracol, RCN, Telepacífico; al querido Jhon Mejía Mejía, a Sebastián, y Carlos Briker, bendiciones.
A, Don Roberto Ortiz y familia; Jhon Jairo Ramírez, Omar Quiñones y su empresa “Gane”; al “Negro Martínez, Humberto Pava Camelo, La Coronela Pilar Hung, al delegado presidencial para éste funeral, el Dr Francisco “Kiko” Lloreda, gracias.
Al cuerpo de guardas Bachilleres de Cali, en cabeza del Secretario Alberto Adath, todos con las botas puestas y colaborando en el recorrido del cortejo fúnebre, mi agradecimiento.
La fortaleza de tus hijas Estefany, y Valeria, para comprender, ésta absurda realidad, y a María Elena, siempre elevando una plegaria al creador por tú descanso eterno.
Al Señor Ministro de la Defensa Nacional, Juan Carlos Pinzón Bueno, y todos los mandos del Ejército y Policía, qué te visitaron en tú lecho de recuperación en la Fundación Valle de Lili, a todos ellos nuestro reconocimiento, reverencia y agradecimiento; hoy once años después de tú triste partida terrenal.
Para unos amigos Hermanos en la Fe, los Abogados: Raimundo Tello Benítez, Carlos Hernán Escobar Ramírez, Harold Montoya Montaño, Henry Estupiñan, Eduardo Murillo, Manuel Loboa y Santiago Montoya, jefe de Seguridad de la Clínica Valle de Lili, siempre presentes las 24 horas; a ellos reitero mil gracias.
Al taxista y los agentes motorizados de la policía qué te auxiliaron en primera instancia, siempre gracias, por ser oportunos, además, al grupo investigador de la Sijin, al mando del General Hoower Penilla, el Coronel Restrepo, y la Mayor María, reverente por su labor.
Cuando el temporal arreciaba, era necesario un alto en el camino, en Royal, con mi hermano el abogado, Harold Montoya, para saber qué hacer, y qué deparaban los astros, junto al Tío Guillermo Valencia, otra luz en el camino.
Para Don Pascual, el empresario de las lechonas, y su familia, todos unidos en cadena de oración, amén.
A tu Hermana Yahaira; qué centinela por Dios!…. respetuoso ante ella y a los amigos, César Dorado y Diego Cristancho, atentos al turbulento transcurrir.
Vaya el reconocimiento a los médicos Jairo Ortiz Albán y Antonio Joaquín García Sierra, dos hermanos; por convertirse en el enlace de esperanza entre lo científico y la realidad. Su voz era el antídoto y optimismo de vida.
Al “Mono” Sánchez, por sus largas jornadas de cuentos y chistes ahí a tú lado, para levantarnos el ánimo, e intercambiar sus emociones y risas, por la rutilante y amada “roja pasión escarlata», con el primogénito.
Los momentos para intercambiar vivencias con el médico José Ramón Burgos, Rubén Darío Valencia y el Tío Guillermo, nos servían para alimentar nuevas ilusiones, de seguirte viendo sonreír, querido, “Alacho”.
Al maestro, compadre, y músico Alexis Lozano, quién con sus afectivas jornadas y plegarias de oración en la Clínica Valle de Lili, nos acercaba diariamente al creador y siempre de tu mano, hijo querido.
Para Leo Quintero, Ramiro Jurado, Martha Bocanegra, Herney Aldana, Juan Carlos Díaz, Darío Gómez, Yulian Fernando Chávez, Edgar Yacué, Hugo Romero, Carlos Gutiérrez, y James Carabalí, por su presencia permanente en los diferentes actos religiosos convocados para rogar por tú partida terrenal, gracias.
Punto especial y muy en alto a todos mis colegas periodistas, camarógrafos, conductores y auxiliares, locales y nacionales, por su permanente apoyo, oraciones y fuerza moral sin descanso, sin distingo, ni horarios.
Y qué decir del Dr. Alfredo Arana, Presidente de Coomeva, quién de una manera solidaria nos acercó al médico especialista en «Neurolingüística», Armando Solarte, y a su equipo de trabajo.
El médico Solarte, con su sabiduría y ciencia, avivó el pebetero de la esperanza al hacerte poner de pie, aunque, no de una manera autónoma, pero sí al verte erguido hijo mío sin destilar una lágrima, ni una gota de odio; solamente impactándonos con tú simpática sonrisa y tú característico “Pa’ té quiero mucho”.
El domingo 2 de Marzo de 2014, mientras, en casa de tu progenitora Consuelo, recibías y reías con tus amigos; nos desplazamos con María Elena, a almorzar, en casa de Doña Ana, en Puerto Tejada. Todo era, alegría, fe, esperanza y felicidad.
A la hora de sentarnos a la mesa, sonó el teléfono, era Alvaro Miguel JR: «Papá, Alain, se desmayó vamos, al Valle de Lili». Dale ya te llego, estoy en el Puerto.
El bufete, quedó servido; fueron pocos minutos, tal vez pocos segundos en llegar a la Clínica, al arribo sólo silencio, plegarias y miradas entrelazadas, de ilusión y optimismo.
Me dirigí de inmediato a la sala de reanimación, médicos, enfermeros y camilleros, todos en función de alejar a la parca. Al retirarme de la sala y le marqué al Dr Armando Solarte, quién estaba en Miami.
«Don Álvaro, usted puede ver a Alain», me asomé otra vez y en un tono calmado, me dijo: “Nada se pudo hacer, su hijo acaba de Morir”. Fue una tarde gris. Incrédulo colgué el teléfono y elevé la vista al Cielo, en señal de vida.
Seguidamente salió la médica de turno y mientras agitaba sus manos, me dijo, lo hicimos todo; pero fue imposible salvarle la vida. Un trombo pulmonar, nos ganó la partida.
En un mensaje en Twitter, confirmé el triste desenlace, al tiempo que agradecí el invaluable acompañamiento durante 23 largos días de esperanza y vaivenes.
Finalmente el agradecimiento total a la Clínica, y su Fundación Valle de Lili, a su Presidente Álvaro Correa Holguin, e hijos, Susana, Álvaro Jr. y familia, al Dr Lalo Fernández De Soto.
A su Gerente, Vicente Borrero, quién según me lo confirmó en un ascensor de la Clínica; nunca antes había recibido tantas llamadas solidarias nacionales y extranjeras de apoyo para un paciente, mil gracias.
De igual manera para exaltar a todo el personal del Centro Asistencial, por su solidaridad; cuando los requerimos, siempre atentos y oportunos, muy especialmente al ejército de camilleros y enfermeras.
A tu hermano, Álvaro Miguel “Junior”, gracias por estar atento siempre; y engendrar un hijo a quién orgullosamente bautizó, Alain, para mantener encendido los gratos recuerdos de ti, hijo mío.
A “La Negra Chocolata”, quién igualmente por tú amistad y cariño, bautizó a su hijo, con el nombre de “Alan”, en tú honor.
Esto lo escribo con tú autorización, observando detenidamente tú sincera mirada y sonrisa de agradecimiento. A cada uno de los ocupantes de ésos más de 50 vehículos de paisanos, vecinos y amigos, que acompañaron el cortejo fúnebre desde la avenida Paso Ancho, hasta el Metropolitano del Sur.
Imposible olvidar cuando ibas a la Universidad Santiago de Cali, con mis pantalones y me comentabas, “Pa’, me quedan grandes” y sólo te decía, “déjate la camisa por fuera”; era la época en qué muchas cosas faltaban, menos el impulso de superación, capacitación y querer hacer las cosas bien.
Y, cómo bien lo dijo él maestro Jairo Varela, “No puedo evitar que los ojos se me aguen”….ya vamos llegando!…
Ahí, tú grandeza, que permitió graduarte cómo Abogado, con honores; tal cómo fue reconocido de manera póstuma por la USC, en tú funeral. Igual cómo lo exaltó, él periodista, Gustavo Gómez, en 6 AM de Caracol Radio, con el tema de “Cheo” Feliciano: Viaje Final.
Hasta siempre hijo…Amén.
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