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Por: Álvaro Miguel “El Negro” Mina.
La mañana del domingo 2 de marzo de 2014, con su brillo nos entregaba una nueva luz de esperanza, sobre la salud de Alacho. Luego de permanecer 20 días en Cuidados Intensivos, fue dado de alta de la Fundación Valle de Lili; había recibido y sonreído con sus amigos, en la casa de su progenitora Consuelo Osorio, del barrio Meléndez.
La seguridad, e ilusión de seguir disfrutando de la amabilidad del querido Alacho, era el común denominador luego de la entrevista, al abogado y periodista del Canal Caracol, Gustavo Andrés González, dónde perdonó a su agresor, desde su silla de ruedas.
Alacho, a pesar de haber perdido la movilidad en sus piernas, no derramó una sola lágrima, tampoco ningún asomo de odio o frustración, sólo quería seguir viviendo y educar a sus hijas Estefany, y Valeria.
Esa mañana hablamos, y le notifique de la invitación al almuerzo familiar y dominical, donde Doña Ana, en Puerto Tejada.
Así mismo albergábamos una férrea esperanza de recuperar el rango de movimiento en sus extremidades inferiores, gracias a las terapias del médico Armando Solarte.
Experto y creador de la Técnica Solarte, para aliviar el dolor, desde lo físico, mental, espiritual y emocional, con la cual ha recuperado y sanado a sus pacientes.
La Psiconeuroinmunologia (PNIT), emerge cómo una disciplina vanguardista qué aborda la salud de manera integral, centrándose en la interconexión entre el sistema nervioso, endocrino e inmunológico, y su relación con la microbiota intestinal. El médico Armando Solarte, adelantó el Doctorado en Neurociencia.
Recordemos qué este profesional de la Neurolingüística, lo había logrado poner de pie durante éstas jornadas de fe y amor por volver a caminar.
Vale recordar que el proyectil le rozo la vértebra T4 la de la movilidad, al querido, Alacho.
Luego de despedirnos telefónicamente; con mi esposa María Elena, nos dirigimos a Puerto Tejada, para degustar las viandas de nuestra amada, Doña Ana.
Recuerdo qué nuestras plegarias al creador, todas tenían el mismo propósito. Recuperar la movilidad de Alacho, de la mano del creador y del médico Armando Solarte.
Pasadas las doce del mediodía la voz de Doña Ana, ordenó pasar a la mesa. Cuando tomábamos la posición para degustar el sustento, me sonó el teléfono. Era Álvaro Miguel JR. «Pa’ vamos con Alain, para la Clínica Valle de Lili, tuvo una recaída. Tranquilo ya les llego, ánimo hijo».
No hubo tiempo ni siquiera para degustar la invitación qué con tanto amor había preparado Doña Ana. Con María Elena, de inmediato abordamos el regreso a Cali, y en una cadena de oración durante el trayecto rezamos el Santo Rosario.
Recordemos qué es la mejor manera qué tenemos los cristianos para revivir la fe y guardar la tranquilidad.
Al llegar a la Fundación Valle de Lili, logramos llegar hasta la sala de reanimación. Ahí un grupo de especialistas intentaban mediante, monitoreo, masajes y canalización de medicamentos, estabilizarlo. Hacían ingentes esfuerzos para esquivar a la parca.
En ése momento salí de la sala y llamé al médico Armando Solarte, quién estaba en Miami, le comuniqué la situación en detalles. Luego de un profuso silencio, me dijo: “Nada se puede hacer, su hijo acaba, de Fallecer”.
En medio del asombro, el silencio y los afanes de enfermeras y circulantes, de la Clínica. La médica Jefe, sobrina de un empresario caleño, me abrazo y me dijo:
Fue imposible reanimarlo, un trombo, generó un paro Cardio respiratorio. Alain Falleció.
Con la tristeza en medio de abrazos y lágrimas, desde la Clínica Valle de Lili, sólo nos quedó confirmar la melancólica noticia, a familiares y amigos, sobre la muerte del primogénito.
Eso sí a todos mil gracias, por sus plegarias y acompañamiento.
Al personal de la Clínica Valle de Lili, igual reconocer todo el apoyo y profesionalismo.
Y, que la luz espiritual siempre presente en el camino de Alain, hijo de Álvaro JR y Alan, heredero de la gran amiga, “La Chocolata”.
Con una plegaria al creador presidida, por el Sacerdote, Juan Carlos Gallego, recordamos ésa impecable, sonrisa y la infaltable expresión de Alacho, once años después, durante la Eucaristía dominical. “Te quiero mucho Pa”.
Simplemente hay que estar preparado para la tormenta, así estemos en época de verano.
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