Petro en consejo de ministros cuestionó duramente a su gabinete sosteniendo: “Me da vergüenza. El presidente es revolucionario. El Gobierno, no”.

 

El presidente Gustavo Francisco Petro Urrego lideró hasta altas horas de la  noche un Consejo Ministerial culpando sin tapujos a sus funcionarios de incumplir 146 de 195 promesas de Gobierno  al tiempo que recibió críticas de  sus colaboradores por nombrar a Armando Benedetti y Laura Sarabia en los cargos más importantes y cercanos a su confianza.

El Consejo de Ministros televisado en cadena nacional, a hora de máxima audiencia, ha retratado este martes el momento caótico  y crisis  interna que vive el Gobierno de Petro. La gente vio al presidente reprender durante horas a sus ministros, a los que acusó de hacer mal su trabajo y de tener una doble agenda.

Dos de sus ministras y el director del Departamento para la Prosperidad Social DPS una entidad pública le devolvieron las críticas, acusándole de permitir la  descarada corrupción e incluir en su proyecto progresista a gente que no es tal. La incomodidad del momento se vio reflejada en la cara de todos los presentes.

Petro Urrego, no se dio por aludido y culpó a todos de incumplir 146 de sus 195 promesas de Gobierno: “Me da vergüenza. El presidente es revolucionario. El Gobierno, no”.

El presidente reveló que no ha quedado contento con la manera en la que se zanjó el asunto de las deportaciones con Donald Trump. Piensa que el canciller en ese momento, Luis Gilberto Murillo Urrutia, cedió  sin su aprobación a las amenazas de Estados Unidos de iniciar una guerra comercial y cerró en falso una crisis que había surgido por el trato que reciben los colombianos en los vuelos de deportación, donde son encadenados de pies y manos.

Pero ahora, con él al mando de las conversaciones, no tiene intención de ceder ni un centímetro, según su entorno. Y quería que todo el mundo lo viese por televisión.

El presidente Gustavo Petro llegó muy contrariado a la reunión con los ministros. Dijo que se le ocurrió la idea de transmitirla en vivo después de ver que se hacía en Cuba. No lo mencionó, pero este formato tipo telerrealidad recuerda también a Aló presidente, el programa de Hugo Chávez e  incluso el mismo Nicolás Maduro  y a las intervenciones televisadas del expresidente Álvaro Uribe Vélez en sus  visitas a  la regiones, que sometía a escarnio público a sus asesores y pasaba revista a  sus  ministro  y funcionarios.

Desde el primer momento Petro dejó  en claro que él mismo se ocupará de las relaciones internacionales, aunque de canciller esté ahora Laura Sarabia Torres, la que hasta ahora era su número 2 y mujer más  poderosa e  influyente del mandato del presidente Petro.

“Me tienen que matar a mí primero. Este Gobierno no se arrodilla, ministra Laura. Yo no me arrodillo”, dijo con claridad en un tono de reproche hacia ella que no se le conocía en público. Petro Urrego aseguró estar dispuesto a librar una guerra arancelaria con Trump en el caso de que las autoridades estadounidenses sigan maltratando  y humillando a los inmigrantes colombianos.

La vicepresidenta Francia Elena Márquez Mina, con la que Petro le  ha demostrado distanciamiento. Fue la primera en hablar  con  de  manera clara y directa y así lo fue: “No todo se hace con la transparencia, presidente, con la que hoy le hablamos al país. Eso es parte de mis dolores porque ayudé a elegir este Gobierno y me duele que se presenten tantos actos de corrupción. Tenemos que decirlo de frente”.

Márquez  Mina quien  se siente aislada, sin apenas responsabilidades. Se quejó de haber estado dos años creando desde cero un ministerio de Igualdad, con toda la burocracia que eso conlleva. Se ha enfrentado en varias ocasiones a Sarabia Torres. “No me parece las actitudes de Laura Sarabia conmigo. Me ha tocado decirle: respéteme, que soy la vicepresidenta. Y respeto a Benedetti, pero no comparto su decisión de traer a este Gobierno a estas personas que sabemos que tienen gran parte de responsabilidad con lo que está pasando. Tal vez esto me cueste quién sabe qué”.

La  ministra de Ambiente Susana Muhamad  expresó  que “Como feminista y como mujer no me puedo sentar en esta mesa de gabinete y de proyecto progresista con Armando Benedetti. Y yo no voy a renunciar ni al proyecto ni al Gobierno”, dijo, emocionada con intentos de llorar,  también cargó sus críticas contra Sarabia al  sostener que : “Ni las relaciones exteriores ni la actual jefatura de gabinete están en manos de este proyecto, están en manos de todo lo contrario, presidente”.

A las críticas se sumó el director de la Unidad Nacional de Protección, Augusto Rodríguez, uno de los pocos verdaderos amigos de sus afectos que tiene Petro en la vida. “Desde que Benedetti llegó a la campaña yo puse alertas y me enteré de sus artimañas para lograr que no fuera puesto preso. De tal manera que hoy debo decir que este espacio no es el espacio del señor Benedetti”.

Sin embargo el presidente defendió a Benedetti, que fue su jefe de campaña y uno de los artífices de que la izquierda ganara las elecciones en 2022 mereciendo «una segunda oportunidad»: “El feminismo no es para destruir al hombre, como el hombre no es para destruir a la mujer. (…) He visto feminismos que destruyen hombres. Cuando se quiere un hombre perfecto, no existe. En el M-19 (la guerrilla en la que él militó) se daban segundas oportunidades”.

Benedetti, a  quien Petro elogió  y comparó  con el  extinto jefe guerrillero  Jaime Batemán Cayón  por tener «la magia caribe» mientras tanto, se mantenía erguido en la silla sonriendo, se atusaba el pelo y la barba. Una parte del Gobierno e incluso de la clase política  está contenta con que llegue alguien como él, armador de habilidosos pactos  y alianzas, con amigos muy cercanos en el Congreso de la República del cual ha sido su presidente.

Las siguientes intervenciones y roces de Petro con el ministro de Educación,  José Daniel Rojas, y el director del departamento encargado de las ayudas sociales, Gustavo Bolívar Moreno, tuvieron un punto cómico.

Cuando Rojas entró tarde a la reunión, Petro ironizó: “Llegó el ministro de Educación, bravo”. A esas alturas el presidente ya había hablado de su ministerio: “Espero que le digan sus compañeros qué fue lo que dije” , a lo que ministro explicó que su demora debía a que estab atendiendo al gobernador de la Guajira y otros funcionarios.

Gustavo Bolívar fue el responsable del momento más incómodo de todos al hacer una declaración de amor en una reunión de trabajo. “Yo a usted lo amo, presidente”, le dijo a Petro, que solo atinó a responder con una risa fingida.

Poco antes, Petro se había quejado de los shows de televisión que retrataban a los colombianos como narcotraficantes que vivían en Miami. Bolívar se dio por aludido por ambas cosas, tiene casa en esa ciudad de Florida y ha escrito narconovelas para televisión con esos argumentos (Sin tetas no hay paraíso). Por lo que gastó un par de minutos en explicar su relación con la ciudad: “Hoy ya no sé si tenga visa para ir a Miami”.

Uno a uno, tuvo reproches para todos los ministros. Los acusó de estar fallándole “al pueblo” y de no ser verdaderos revolucionarios como él. Lanzaba preguntas retóricas, hacía incursiones históricas, digresiones que lo alejaban del punto principal. Por su cabeza circularon sus obsesiones personales.

Los ministros simulaban tomar notas para no tener que aguantarle la mirada. El presidente estaba invadido por la notable molestia y no tenía ninguna intención de esconderlo. “Ministra de Vivienda: está mal hecho el trabajo. Nos debe agua, agua potable”.

 

 

 

 

 

 

Redacciòn