La Historia violenta del Catatumbo hizo que las condiciones de marginamiento, estigma y desigualdad persistan en la región.

La región del Catatumbo está localizada en el nororiente del departamento de Norte de Santander y la conforman los municipios de Ocaña, El Carmen, Convención, Teorama, San Calixto, Hacarí, La Playa, El Tarra, Tibú y Sardinata. Alberga los resguardos Motilón-Barí y Catalaura, donde habita el pueblo indígena Barí.

Es un territorio con una gran diversidad biológica y riqueza natural, atravesado por numerosos ríos, quebradas y caños. El río Catatumbo recorre toda la región, desde su nacimiento en las montañas de Ábrego, hasta su desembocadura en el Lago de Maracaibo en Venezuela.

Narran las personas desplazadas y violentadas  del Catatumbo que para hablar de la historia del conflicto armado en sus veredas, corregimientos y municipios es necesario remitirse a las décadas de los años 70 y 80.

Resaltan además que los primeros desplazamientos y masacres que tuvieron lugar en la región ocurrieron en los años 40 y 50, cuando se libró lo que algunos recuerdan como «la guerra de los colores», la confrontación bipartidista que se vivió también en la región.

En las conversaciones  nos hicieron saber de qué modo el conflicto armado llegó y se desarrolló en el Catatumbo por una serie de condiciones que convergieron: se trata de un territorio biodiverso y rico en recursos naturales, comparte frontera con Venezuela y ha sido históricamente marginado por el Estado.

Justamente esta última es una de las principales razones por las cuales los catatumberos y las catatumberas se han organizado y han protagonizado movilizaciones sociales de gran envergadura, tales como el Paro del Nororiente en 1987 y las marchas campesinas de mayo de 1988, entre muchas.

Por décadas la población catatumbera le ha exigido al Estado que mejore sus condiciones básicas de existencia y les haga partícipes en la toma de decisiones sobre la administración de su territorio, pero todos los gobiernos incluyendo el actual que lidera Gustavo Petro Urrego prometieron y  nunca cumplieron.

Como consecuencia de esta álgida movilización social, en los años 80 y 90 se desató en toda la región del nororiente una «guerra sucia» y un periodo de represión, ambas expresiones de violencia ejercida principalmente en contra de participantes y líderes que se hicieron visibles en estas manifestaciones.

Es dicho marginamiento por parte del Estado, explican habitantes de la región, la principal razón para entender la temprana presencia del ELN y el EPL en su territorio (a finales de los años 70), y de las FARC años más adelante (mediados de los años 80), lo cual ha generado una profunda estigmatización sobre la región, que se mantiene hasta hoy  con el control territorial de los grupos insurgentes ,recrudecida en los recientes enfrentamientos que deja más de 80 muertos y cerca de  20mil desplazados, así como un tanto  confinados .

Una de las consecuencias más aberrantes que ha ocasionado dicho estigma es la comisión de ejecuciones extrajudiciales, conocidas como “falsos positivos”, y otras violaciones a los derechos humanos por parte de algunos miembros de la fuerza pública en el marco de la lucha contrainsurgente.

La “arremetida paramilitar” fue  la expresión de las personas del Catatumbo para referirse al proyecto paramilitar que copó el territorio de la región desde finales de la década de los 90. Las acciones que llevaron a cabo los paramilitares corrieron las fronteras de lo comprensible y dejaron a los catatumberos y catatumberas y al territorio mismo marcas que están vivas en el presente.

Según el Colectivo de Abogados Luis Carlos Pérez los paramilitares cometieron más de 60 masacres en El Catatumbo y asesinaron a más de 10 mil personas entre 1998 y 2005. Según la Fiscalía, a través de Justicia y Paz los paramilitares de enunciaron y confesaron  4.003 delitos.

La región del Catatumbo es predominantemente campesina. Sus habitantes se han dedicado en su mayoría al cultivo de la tierra como el Cacao, Café, Caña Panelera, Aguacate,mango y píña, la pesca, la cacería y la cría de animales. Han liderado, además, apuestas comunitarias para habitar sus territorios.

Cuando el Catatumbo parecía renacer. Haciéndole frente a los estragos de la violencia y el marginamiento, ya que en  la región  surgieron y se fortalecieron  iniciativas, organizaciones, movimientos sociales y liderazgos que le  apostaron por crear condiciones para habitar el territorio dignamente, pero la violencia y abandono a  su suerte del Estado tiró todo al cesto de la basura, con una utopica «Paz Total».

Las condiciones de marginamiento, estigma y desigualdad persisten en la región. Por ello se han acrecentado las disputas por el control del territorio con 50mil hectáreas sembradas de coca, provocando que el conflicto armado persista con nefastas consecuencias violatarios de los  derechos humanos.

Redacciòn