Dos años de nostalgia, sin el Emblemático, “Arco del Morro”. Tumaco, lo lleva en su memoria.

 

Por: Álvaro Miguel “El Negro” Mina.

 

A dos años de su accidentada y natural, retirada visual; la añoranza por la curvatura natural del «Morro», se fortalece, y se incrementa en medio de la melancolía, los buenos recuerdos, y la desidia oficial.

El Arco, de la colina rocosa, de gran valía en la biografía, de San de Andrés Tumaco, Nariño, Colombia. En el sector del “Morro”, se desplomó, y pasó a la historia; según algunos lugareños, por el dócil y pacífico, abandono estatal, y la erosión marina.

Este conjunto de cavernas rocosas, convertido, en el epicentro de las miradas, y del disfrute, de centenares, de turistas, en la Costa Pacífica; cómo sí hubiese sido cimentado en arenas movedizas, el sábado 12 de Noviembre del 2022, hacía las 9:00 p.m. se derrumbó, cómo un castillo de naipes.

Dice la reseña histórica, y la voz de nuestros abuelos, qué durante las épocas de la Conquista, y la Colonia, está fortaleza, fue utilizada para protegerse de los ataques de los piratas, qué estaban al acecho de los tesoros, y del encanto de nuestras, beldades nativas.

También cuentan qué habría servido, cómo prisión de criollos rebeldes, de la época, en el Pacífico Colombiano.

En esa zona del Morro, desde hace muchos años funciona el Faro, qué orienta la movilidad de los barcos, qué hacen tránsito desde, y hacía la Bahía de la Perla del Pacífico.

Este fenómeno natural conocido cómo: “El Arco del Morro”, lo forman un conjunto de cuevas con inscripciones prehispánicas, de los primeros moradores de la zona, cómo único testigo de su legendaria formación natural, contiguo, al cerro del “Quesillo”.

Caminar al respaldo del “Arco”, era recorrer una zona muy natural de la playa, qué conservaba la memoria histórica de nuestros ancestros.

Paradójicamente éste, emblemático icónico, del turístico lugar; plasmado en el escudo del municipio de San Andrés de Tumaco, cómo una auténtica expresión, de identidad de nuestro bello puerto. Dos años después de su desprendimiento, parece no tener dolientes.

Llegar hasta la zona vacacional del Morro, te permite el placer de disfrutar de la brisa, sus cálidas aguas, los frutos del mar pacífico. Además de poder contemplar una de las más bellas obras naturales, qué, el mar transformó con el vaivén de sus olas. Y qué, durante años se ha convertido, en uno de los escenarios más visitados de ésta joya, de la naturaleza; en la costa nariñense.

En medio de la soledad por su ausencia, centenares de lugareños, y turistas; tratan de hilvanar los lindos recuerdos, de lo que en su momento sirvió de una especie de piscina natural, para los niños; refugio de aves migratorias, y de encuentros furtivos de Cupido, para los amantes de la naturaleza, la tranquilidad, e inspiración. Desde luego para plasmar apasionadas páginas de amor, junto al reflejo de las apacibles playas, de San Andrés de Tumaco.

El otrora insigne, “Arco del Morro”, qué sirvió de inspiración a ése hijo querido, “Tito” Cortés, para cantar su canción insignia, Alma Tumaqueña, del compositor, Faustino Arias y, al gran maestro Willington Ortiz, para iniciar su brillante carrera deportiva; hoy es cosa del pasado, y de los recuerdos. Pero igual seguirá brillando, cómo cada tarde, servía de cómplice al sol, para ocultarse en medio de los arreboles del crepúsculo vespertino, evitando un “cocacho”, del “ñaño”.

Por fortuna, ahora las citas, para las tertulias marinas, y de reconciliación, son pactadas, en la “Bodeguita del Puente del Medio”, y en “La Barra», en Tumaco; para seguir evocando, ésa bella historia, enmarcada, en aquel atracadero, de pasiones naufragadas, en la bruma del mar. Claro, al vaivén de las cálidas olas, del archipiélago, de Balboa.

Tristemente, luego de 24 meses, no se vislumbra, ninguna intervención oficial para recuperar el «Arco del Morro»; y seguir conservando, la piscina natural, contigua al Cerro del Quesillo. A fin de  preservar los pilotes donde se anclaron, los recuerdos, de aquel clandestino amor; qué con onda pasión, en su momento se besó; a pesar de encontrarnos «Tapiaos».

Redacciòn