“Del infierno del alcoholismo, sólo se regresa con decisiones, no con emociones”. Juan Diego, 30 años de superación.

Por: Alvaro Miguel “El Negro” Mina.

El pasado 25 de octubre recibí la invitación del inversionista, Juan Diego, para participar de la celebración de los 30 años de haber escapado de las garras, del alcoholismo.

Por ser la primera convocatoria al respecto, me preguntaba; qué regalo llevar. Fui prudente, puntual y respetuoso, del significativo acto. Oh sorpresa al ser recibido por el oferente, con una copa de vino, bailarines del ( Mulato Cabaret), artistas, buenas viandas, y ante todo, camaradería, amistad, alegrías, risas, brindis, y un Oleee. Al igual que una nutrida delegación de “Vieja Guardia”, de Palmira.

Fue tanto el impacto y el entusiasmo por la hermandad, de la cofradía, qué solicite el permiso respectivo para compartir ésta bella y emotiva semblanza. Sencillamente porqué todos, quiénes coincidimos, en abrazos, y alegrías, estamos expuestos al torbellino del alcoholismo.

Es el relato, o historia social, de Juan Diego Orndorff; de descendencia, alemana y americana; pero (Made In) Palmira, bajo el signo,Tauro; bachiller del Colegio Champagnat, de la Villa de las Palmas; y abogado, de la USC.

De joven cuenta, la historia tenía: “guille”, “plante”, “categoría”, y visión para los negocios. Esto último le permitió, el 3 de  Diciembre de 1969, ingresar al mundo de las discotecas y abrió las puertas, del Embrujo, en la Avenida 2 con Calle 17. Por necesidad del servicio y las circunstancias, se inició cómo bebedor social.

El panorama empresarial fue tomando altura, y rápidamente adquirió los Grilles: Naranja Mecánica, Tiempos Viejos, y El Caché, en Plaza Norte.

De la mano con el promisorio futuro, la satisfacción a la clientela; además, de una qué otra, coqueta, espontánea y ladrona mirada, llegó el incremento de la ingesta de licor. Su afición y amor por el arte musical, lo convirtió en un excelso bailarín y experto en el toque de bongo, acordeón y caja vallenata.

En busca de la estabilidad emocional y empresarial, contrajo cuatro matrimonios; a los 17 años, a los 21, luego a los 26, y después a los 37. Así de fácil cómo lograba un amor, así de fácil lo perdía, todo por su adicción al licor. “En esos compromisos afectivos, sólo encontré, regaños y llamados de atención”; dijo Juan Diego.

“En medio de ése desenfreno, libertinaje y frenesí, por el licor, vino la quiebra en los negocios. En busca de nuevos horizontes, llegué hasta Quito, dónde monté una discoteca. En tres años quedé cómo el (Perro de la Víctor) mirando pal’ techo, sin un peso, y sin un amor. Allá la Salsa no pegaba, sólo se escuchaba, música americana, y de despecho”, comenta.

Luego de haber chocado de nuevo con la vida; una mañana del mes de Julio de 1987, el volcán Cotopaxi, en sus 5.897 metros amaneció, iluminado y despejado. Y, cómo si fuera un mensaje de la estrella de Oriente, con una leve emisión de cenizas me marcó el regreso a mi Cali, del alma.

Sin pensarlo dos veces y con mi visión de empresario, aborde el transporte con destino, a la Capital del Valle.

En Cali, toqué las puertas de la Cooperativa, Alexdan; ésa mi salvación, ahí encontré a mi: “Ángel Guardian”; la Administradora de Empresas, Esther Caicedo, con quién contraje el quinto, matrimonio el día, 7 de Septiembre  de  1990, en la Notaría 8.

Cuando pensé haberme ganado, a una esposa moderna; porque no me jodía, ni me reclamaba; volví a tomar el camino de los amigos borrachos; salía de la casa, los viernes y regresaba, el lunes o martes; qué equivocado estaba! ; ella sufría callada, y sola.

“El sábado 22 de octubre de 1994, llegué de milagro, a la casa, bien “copeton y chapeto”. En un acto de cinismo, le pregunté. Por qué tienes los ojos rojos, se te murió alguien.?,”, Ella con voz de mando ,y cansada, me dijo, descarado, sales los viernes, y regresas los martes, seguro tienes una amante.» Sí crees qué me merezco está vida; sigue tomando, qué yo, sigo llorando!..».

Esa expresión sincera, me taladró el alma de “borrado arrepentido”, y exclamé: “Necesito, ayuda mi amor…!”

El domingo 23 de octubre, fuimos a Alcohólicos Anónimos, ahí les pregunté; “qué se necesita para salir de éste infierno?.” “Sólo querer, dejar de beber”  me  contestaron…

Desconsolado, regresé a casa a consumir licor, y luego de escuchar varias veces el tango: Tomo y Obligo, abrace a mi esposa y le dije: “sinceramente; entre el trago y usted, la prefiero a usted mi amor.!

El lunes 24 de Octubre de 1994, ingresé a Alcohólicos Anónimos, y hoy gracias a Dios, y a mi esposa,s oy un hombre, nuevo y feliz, con mis cinco hijos, cuatro nietos y tres bisnietos.

En diálogo con el Periódico La Última y “El Negro” Mina, nos reiteró: “Claro cuando tomas la decisión de un nuevo camino, debes alejarte de los amigos borrachos, porqué ellos te tildan de: Monje o Pastor. Asisto a reuniones, escucho música, canto, toco el bongo, el acordeón y la caja vallenata, sin consumir, una gota de licor”.

Con el relato de su experiencia, Juan Diego, reitera, qué: “del Infierno del alcoholismo, sólo se sale con decisiones, y no con emociones. Cómo lo hice yo, hace 30 años. Caerse no es un fracaso. Fracaso es el qué se te viene, si te quedas, dónde has caído”.

! Querer es poder…!

Redacciòn