Por: Alvaro Miguel “El Negro” Mina.
Qué alegría compartirles el pensamiento de éste lindo amanecer en La Buitrera, cobijado por el frío viento de los farallones; en está dócil mañana de sábado y Petronio, en Cali.
Y, claro en nuestras manos el colosal detalle del amigo «Rodrigo», en medio del arrullador silbido de aves mañaneras, chicharras y guacharacas, cuyos melodiosos cánticos, tachonan de alegría y felicidad el firmamento vallecaucano.
«Piense y Hágase Rico». Napoleón Hill.
Es un escrito dónde se lee, qué el éxito, está en la independencia, creatividad y la sana competencia, cómo:
La del empresario americano y «Magnate» del transporte marítimo, «Cornelius Vanderbilt», 1794/1877, quién con estrictos horarios de despacho de su flota de barcos, con destino, al Viejo Continente, con pasajeros y mercancías, logró escalar su fortuna.
Claro está qué su descendencia, cómo decía Doña Ana: «Lo qué nada nos cuesta, volvamoslo Fiesta».
En resumen, la familia «Vanderbilt», dilapido el patrimonio de 200 millones de dólares, en ésa época, por una combinación de dilución de la misma entre muchos descendientes, derroche, humo, licor, crisis, impuestos, falta de iniciativa empresarial y obsolescencia tecnológica debido al auge del transporte por carretera.
«Cornelius Vanderbilt», abandonó sus estudios a los 11 años por falta de recursos, y con un mínimo préstamo de su señora madre, a los 16 años de edad, incursionó y montó su empresa naviera y del ferrocarril. Al final de su exitosa vida empresarial, aseguró: «Si hubiera tenido una educación, no tendría tiempo para aprender todas éstas cosas».
Igualmente es importante mencionar el aporte a la construcción del Industrial y filántropo, «Andrew Carnegie», 1835/1919; nacido en Escocia y quién emigró a Norte América, por la precaria situación económica de su padre, el cuál estaba sin empleo.
Al llegar a Filadelfia, a los 13 años se empleó en una fábrica de Tejidos, cambiando el hilo durante 12 horas, seis veces al día, durante seis días por semana, con un sueldo de un dólar con 20 semanalmente.
En 1847 en Nueva York, acuño la frase: «Nueva York, cómo no puede crecer a los lados, crecerá hacia arriba».
Luego de descubrir el negocio del Hierro, y el Acero, se vinculó a la construcción, logrando su millonario emporio.
Otro de los visionarios fué, Jhon D. Rockefeller, 1839/ 1937, quién comenzó recogiendo papas, vendiendo pavos y al lograr juntar 50 dólares se los prestó a un empresario al 7%, para luego el mismo darle rienda suelta a su mayor virtud, la de los «negocios».
Éste hombre a quién, se le crítico por su voraz ambición por el dinero y el pago de bajos salarios a sus empleados, fué señalado de pertenecer al denominado grupo de los: «Barones Ladrones», en los EEUU.
Cuenta la historia, qué a sus 38 años de edad; controlaba en un 90% el monopolio de los combustibles y se convirtió en el hombre más rico de los EEUU, con una fortuna de 10.300, millones de dólares.
«Decidí hacer trabajar al dinero, antes qué yo trabajar por el» Jhon D. Rockefeller
A los 53 años de edad, le detectan una penosa enfermedad, sufre la caída del cabello y tan sólo podía comer caldos livianos y galletas, a pesar de su multimillonaria fortuna.
En medio de un sueño visualizo a la «Parca»; y cuenta la historia de qué Rockefeller, vivió una «Epifanía», estableciendo qué su riqueza, no tenía sentido, sino podía llevársela, había que compartirla.
Acto seguido en medio de sus dolencias, requirió una reunión extraordinaria con su equipo económico y ordenó la creación de la Fundación Rockefeller: Para apoyar, hospitales, causas de Caridad, obras sociales, e investigaciones cientificas, entre éstas el descubrimiento de la penicilina, curas de tuberculosis, difteria y malaria.
Milagrosamente su salud mejoró y aunque los pronósticos predecían un desenlace fatal a sus 53 años; «Rockefeller», vivió hasta los 98 y falleció el 23 de mayo de 1937.
Su controvertida riqueza fue investigada y sancionada por los tribunales americanos, luego de continuas denuncias por presuntos malos manejos y señalados trinquetes.
«Dios me enseñó qué todo le pertenece a Él, y, yo soy un canal para cumplir sus deseos. Mi vida ha sido un viaje largo y feliz, lleno de trabajo y juego. Dejé ir las preocupaciones y Dios fue bueno conmigo todos los días» Jhon D. Rockefeller.
En éste proceso de la economía américa hay qué recordar, la vocación empresarial del banquero y coleccionista de Obras de Arte, J.P. Morgan, 1837/1913, hijo de un empresario americano, radicado en Londres; quién luego de educarse en el área de economía, en Alemania y Suiza, ingresó a laborar en la bolsa de valores de los EEUU, en 1857.
Aunque estuvo involucrado en escándalos por presunto tráfico de armas y del oro; dirigió la acción coordinada de los banqueros de Nueva York, para responder al pánico de 1907 y estabilizar la situación económica en los EEUU.
Gracias a la unión de dominios entre, J.P. Morgan y Thomas Alba Edison, electrifican e iluminan las calles de New York.
Finalmente es imposible dejar de lado la oportuna creatividad y aporte de «Henry Ford», al diseñar el automóvil, con su teoría del:
«Fordismo»; un sistema de producción implantado a principios del siglo XX por el empresario.
El gran capital de Henry Ford, fue su fructífera mentalidad, además de qué confiaba ciegamente en sí mismo y en sus ideas, y no dejó nunca qué nadie lo detuviera o qué la inseguridad o la duda frenaran su camino, y éso fue lo qué lo impulsó al éxito y a convertirse en un ícono americano, en el mundo de los negocios, a pesar de su persecusión por el señalado antisemitismo.
Cómo aseguraron los holandeses: «Money Talks & Bull…t Walks»
«!Así de sencillo»; replicó Don Iginio, satisfecho por haber madrugado a leer, el regalo, de su apreciado amigo, Rodrigo.










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