Por: Alvaro Miguel «El Negro» Mina.
Cuando se tiene la fortuna de recorrer las calles de la ciudad de Cali, y nos encontramos de un momento a otro, con ése palpitar de la felicidad; !estamos caminando por el boulevar del barrio Obrero, mi hermano!
És ésa misma felicidad, motivada por el buen bailar; qué de generación en generación sigue armonizando al caleño amante de la buena salsa y del golpe de baldosa, con zapatos hechos a mano, por artesanos nacidos en el tradicional barrio Obrero, cuna del buen calzado.
Los lunes del Zapatero en El Chorrito Antillano, son todo un goce, magia y celebracion de nativos, turistas, americanos y europeos, quiénes llegan, observan y hasta se atreven a bailotear en medio de su armonía musical.
Éso sí para terminar enamorados y contemplando a la rutilante Margarita, en compañía del carismático, «Cachetes», por su única y maravillosa manera de danzar, en la refulgente, pista de baile, del jolgorio musical, del Chorrito Antillano, desde su apertura el 12 de marzo del 1910.
Al llegar al «Rebulu»; «baile popular afrocubano qué se ejecuta acompañado de instrumentos de percusión», de inmediato, en medio de fotografías de los grandes soneros, luces fosforescentes, pintas aguajosas y sus deslizantes mocasines, se aprende el bailao caleño, para seguir el cachondeo o francachela, hasta las seis de la mañana.
Ése sector de la carrera 9 con calle 23, permanece tatuado en la memoria de la gente de la vieja guardia; pues aún recuerdan con cariño la visita qué hicieran el 13 de diciembre de 1978 los integrantes del decano de los conjuntos cubanos, «La Sonora Matancera», en pleno.
Entre otros, estuvieron, su Director, Rogelio Martínez; Caito, Calixto Leicea, Alberto Beltrán, Vicentico Valdés, Alfredo «Chocolate» Armenteros y Jorge Maldonado, quiénes, degustaron un sancocho de Gallina, en fogón de leña en pleno andén.
Por La Sonora Matancera, pasaron 47 cantantes, de 9 países, de ellos 11 mujeres; entre estos el boricua Jorge Maldonado,el del éxito,»Mala Mujer»; y dos colombianos, Gladis Julio y Don Napoleón Nelson Pinedo Fedullo, «El Almirante del Ritmo»; el mismo de Señora Bonita; «aquella qué al verla pasar, amor me provoca».
Del grupo original de la Sonora Matancera, sobreviven los hermanos Elpidio Vasquez, bajista y Javier Vasquez, pianista, éste último, residente en «Las Vegas», EEUU, dónde dirige un grupo de músicos mexicanos, quiénes laboran de planta en un Hotel.
La Sonora abandonó Cuba, el 15 de Junio de 1960, con destino a México, para cumplir varias presentaciones.
Cuando sobrevolaban el Cielo mexicano, Don Rogelio Martínez, se levantó de su silla y los notificó del viaje sin retorno a la Isla; para radicarse posteriormente en Miami, la ciudad del Sol.
En Cali, los músicos fueron invitados al Barrio Obrero, por los hermanos Kamal Ramírez y el empresario artístico Humberto Corredor Ramírez.
El percusionista, Humberto Corredor, quién estuvo vinculado a los Sellos musicales, «Fania All Stars», «Estrellas Caimán» y «Sar», en sociedad con el cubano Roberto Torres; poseía una de las mayores colecciones de música antillana y era el dueño de la Discoteca El Abuelo Pachanguero en Cali y La Flauta, en New York, ciudad, dónde falleció el martes 15 de abril del 2014, a los 66 años de edad.
Y, fué precisamente en la Discoteca La Flauta, en la denominada capital del mundo, dónde el majestuoso Grupo Niche, realizó su primera presentación en los EEUU, cantando dos hijos de Puerto Tejada, Alvaro Del Castillo y El «Tuto» Jiménez.
Hoy en el Chorrito Antillano, se brinda atención personalizada a turistas y clientela en general, liderada por Diego Fernando Giraldo, hijo del fundador de éste templo de los sonidos provenientes de las Islas de «Martí» y del «Hay Bendito», en el proverbial Barrio Obrero de Cali; el extinto y recordado por siempre, Miguel Angel Giraldo Villa, el popular, «Miguelón».
Los asistentes al Chorrito Antillano, bien pueden disfrutar igualmente del rincón dedicado al Grupo Niche y en especial a su creador Jairo Varela, ilustrado con una fotografía de su funeral, acompañado por un millón de fanáticos de su historia musical, a lo largo de la tradicional Calle 5 la cuál le sirvió de inspiración para su «Cali Ají».
Al término de éste recorrido por la felicidad del bailador, podemos asegurar qué la Salsa en Cali, nunca estuvo en cuidados intensivos; por el contrario sigue más viva qué nunca.
En honor a Cali, la capital mundial de la salsa; a su tradicional feria, a la felicidad del bailador, a los artesanos, y por la clientela del «Chorrito Antillano», del barrio Obrero, amante de la buena melodía; un brindis un Oleee y un pronto regreso…!
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