Ante miles de asistentes en el marco de la Minga Sur Occidente Marcha por la Paz, el Territorio y la Transformación Social que congregó comunidades indígenas, campesinas y afros de varios departamentos en la capital del Valle del Cauca, el presidente Gustavo Petro Urrego planteó en su intervención que estaría dispuesto a convocar a una Constituyente para cambiar la Constitución de 1991 e introducir las iniciativas legislativa que le han sido adversar en el Congreso de la República.
Luego de que el presidente Gustavo Petro abrió la puerta a una Asamblea Nacional Constituyente, advirtiendo que los compromisos que refrendó el pueblo en las elecciones de 2022 deberán cumplirse, y si la institucionalidad no está preparada para ello, hay que transformarla y que cambiar la Constitución es la solución que ve. Estas declaraciones provocaron la reacción del país político, que las rechazó de tajo.
“Si esta posibilidad de un gobierno electo popularmente, en medio de este Estado y bajo la Constitución de Colombia, no puede aplicar la Constitución porque lo rodean para no aplicarla y le impiden, entonces Colombia tiene que ir a una Asamblea Nacional Constituyente”, dijo el presidente desde Cali, ante la minga indígena, campesina y afro.
El presidente advirtió que “la Asamblea Nacional Constituyente debe transformar las instituciones para que le obedezcan al pueblo su mandato de paz y de justicia, que es fácil de lograr en Colombia”. También dijo que será el pueblo el que tenga la última palabra y que él llegará hasta donde lo pida el pueblo.
Una de las primera figuras políticas en reaccionar ante la propuesta de Petro ha sido la de la ex acaldesa de Bogotá Claudia López, quien acusó al presidente de engañar a Colombia y que está terminando su Gobierno “incapaz y decidió dedicarse al caos, la repartija de subsidios y la polarización”. También advirtió que, en democracia, protegerán la Constitución de 91 y que si el presidente no tiene mayorías para aprobar una ley ordinaria, mucho menos las va a tener para aprobar la Constituyente.
Desde otros sectores políticos y jurídicos se aclaró que el trámite no es tan sencillo como simplemente convocar la Asamblea Nacional Constituyente en la plaza pública. Para esto, primero, debe aprobarse, con mayorías absolutas, en el Senado y la Cámara de Representantes, una ley que avale el cambio de la Constitución, que, además, tendría que surtir el escrutinio de la Corte Constitucional.
Segundo, se deberá convocar a una elección para que la ciudadanía refrende el llamado a la Constituyente, que debe lograr, en las urnas, la aprobación de, al menos, una tercera parte del censo electoral. Tercero, abrir la inscripción y después elección de los miembros de la asamblea.
Un proceso que no es nada fácil, viendo que el Gobierno no tiene mayorías en ninguna de las dos cámaras del Congreso. Además de que este sería un proceso que duraría algo más de dos años.
Desde varios sectores reprocharon las declaraciones del presidente. El abogado, columnista y exdirector del extinto DAS, Ramiro Bejarano, dijo que la puerta que entreabrió el presidente Petro es “un atentado a la democracia”, recordando que Laureano Gómez, en 1951, y el Gustavo Rojas Pinilla, en 1953, advirtiendo, además, que esto sería “el camino tortuoso de una reelección tramposa”.
“Una constituyente para que Petro imponga sus reformas en contra de la mayoría de las fuerzas sociales y políticas es un atentado a la democracia. Lo mismo pretendieron Laureano Gómez en 1951 y Rojas Pinilla en 1953. Este es el camino tortuoso de una reelección tramposa”, sostuvo Bejarano.
El ex jefe negociador del gobierno Santos en los diálogos con las extintas Farc y senador de Verde Oxígeno, Humberto de la Calle Lomaban, en un comunicado, advirtió que el argumento del presidente Petro para llamar a la Constituyente es “es débil. Si fuese cierto, no es la Constitución la que hay que cambiar, sino la forma de gobernar”.
También escribió que “la Constitución no es lo que el presidente quiere que sea. Ella contiene pesos y contrapesos. Lo que ha fallado es la capacidad del Gobierno de conducir el país dentro de un esquema de búsqueda de acuerdos razonables. La debilidad del argumento hace temer que se trate más bien de una cortina de humo” y advirtió que el problema más grave en el país es la seguridad y la pérdida de control territorial, y que esto “exige una estrategia, no un cambio constitucional”.
El único expresidente de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 vivo, el exsenador Antonio Navarro Wolff, y ex alcalde de Bogotá, dijo que “no luce necesaria una nueva Asamblea Nacional Constituyente en estos momentos».
El senador Miguel Uribe Turbay (Centro Democrático) aseguró que está listo “defender al país de las mentiras y las amenazas de Gustavo Petro”, también calificó el llamado del presidente es una “afrenta” y que “Colombia es mucho más grande que este mal momento. Quienes creemos en las Constitución de 1991 no vamos a ser inferiores a esta afrenta (sic)”.
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