Silvio Berlusconi, el ex primer ministro italiano que logró mantenerse en la política tras escándalos sexuales y acusaciones de corrupción, murió a los 86 años.
Como multimillonario y magnate de medios de comunicación, Berlusconi destacaba por su extravagante estilo de vida. Asumió el cargo de primer ministro por primera vez en 1994 y lideró cuatro gobiernos hasta 2011.
Dirigió el partido de centro-derecha Forza Italia, que se convirtió en una coalición bajo el mandato de la actual primera ministra italiana Giorgia Meloni después de las elecciones de septiembre, cuando fue elegido para la cámara alta de Italia, el Senado.
Apodado “el inmortal” por su longevidad en política, el senador y empresario había sido ingresado el viernes pasado en un hospital de Milán, su ciudad natal.
Según los medios de comunicación italianos, había dejado de responder a su tratamiento contra el cáncer. Tendrá funerales de Estado el miércoles 14 de junio en la catedral de Milán.
Pocos minutos después del anuncio de su muerte, decenas de personas se congregaron frente al hospital San Raffaele y comenzaron a llegar reacciones del mundo político y deportivo.
Entre los hombres más ricos de Italia, con una fortuna evaluada en 6.400 millones de euros por Forbes, Silvio Berlusconi fue un gran comunicador y un anticomunista convencido, amado y odiado con la misma intensidad.
El empresario audaz e innovador que inventó un peculiar e imitado formato de televisión comercial en la década de 1980, pasó sus últimos años de vida saliendo y entrando del hospital.
El político que ganó tres elecciones y lideró uno de los gobiernos más largos de la posguerra, padecía una leucemia crónica.
Su aura se mantuvo intacta durante décadas gracias a su personalidad expansiva y su vida disipada, que lo llevó muchas veces al banquillo de los acusados por corrupción, compra de testigos y fraude fiscal, haciendo de la política un espectáculo.
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