Sin duda alguna la presencia de la procesadora de alimentos Alpina en cualquier región del país es un síntoma de actividad productiva agropecuaria y de comercialización activa de primer nivel y calidad.
Podríamos decir que Alpina se ha convertido en un símbolo nacional de producción, fundamentalmente lechera, dada su larga e importante trayectoria.
Por eso, recordemos que en anteriores gobiernos departamentales se celebraron importantes convenios con fines de promover y mejorar la productividad lechera de nuestro sector campesino e indígena.
Basta mencionar dos convenios contratados entre el gobierno departamental del Cauca y la Fundación Alpina, con recursos del Fondo Nacional de Regalías: uno en el gobierno de Temístocles Ortega Narváez, por alrededor de $24.000 millones, y otro en el gobierno de Oscar Campo Hurtado por $17.000.
Todo indica que los compromisos se cumplieron, los recursos se destinaron a su buen propósito y los resultados obtenidos, aunque no fantásticos, si favorables, obviamente por los muchos factores y vicisitudes que rodean la producción agropecuaria de pequeños empresarios.
No son poco, más de $41.000 millones de pesos, en cifras redondas para una región tan pobre y necesitada. Es una gran inversión cuyo beneficio deberíamos estar comenzando a recibir y estimular las famélicas arcas de los campesinos caucanos.
¡Pero está sucediendo lo contrario! Hace pocas semanas, los productores que entregaban sus leches a la reconocida pasteurizadora comenzaron a recibir comunicaciones en el sentido de que la bonificación voluntaria que venían percibiendo (entre $200 y $650 por cada litro) no seguiría pagándose.
Y la noticia de esta semana fue el cierre de la línea láctea en el centro de acopio de la firma, situado en Caloto en uno de los parques industriales del norte del departamento, adonde trasladaron los montajes de lo que fue nuestra hoy extrañada empresa Lácteos Puracé, junto al puente viejo de Cauca.
Han generado revuelo las declaraciones de la Presidente Ejecutiva de la Cámara de Comercio del Cauca por los diversos movimientos que vienen dándose en la empresa Alpina.
Fue la primera en llamar la atención regional ante las difíciles consecuencias sociales de esta situación empresarial. Así mismo el gerente del Comité de Ganaderos del Cauca, ya venía convocando, con previsión y precaución, a los productores afectados por la disminución anunciada en el precio del líquido, para buscar alternativas de colocación de ese volumen de producción que quedaría en el limbo….
La oportuna actitud protectora de ambos líderes gremiales produjo la reacción inmediata de la empresa Alpina, que salió a aclarar (¿?) que “…no se va del Cauca…” porque su línea de producción de jugos naturales (establecida desde la época de la Ley Páez) continuara en su sitio….
También la gerente de la Sociedad de Agricultores y Ganaderos del Cauca, conversó con directivos de Alpina, quienes manifestaron que están viendo dificultades coyunturales en la comercialización lechera y que están ajustando la operación.
Surgen numerosas elucubraciones de este complejo panorama productivo, empresarial y social, como, por ejemplo: Los líderes gremiales están atentos cumpliendo con su oficio protector de sus asociados y, por fortuna, se manifiestan.
La empresa Alpina está tomando decisiones previsivas con visión económica gerencial fría pero comprensible. Entendamos que los bloqueos sistemáticos de la Panamericana, son una causa que históricamente pesa mucho en sus decisiones y ese fantasma oscurece cualquier panorama, tanto para quienes quedamos del lado de acá, necesitando salir, como para quienes quieren entrar.
Los ex mandatarios seccionales en sus momentos hicieron importantes aportes financiando generosamente proyectos como los mencionados, y es bueno que Alpina no olvide que fue protagonista fundamental de esos momentos de asociación.
Recapitulando y mirando hacia el futuro…Qué importante sería que estos momentos de crisis nos convocaran y, evocando épocas, como las de la Cooperativa Agropecuaria del Cauca, en 1975, con su inolvidable Lácteos Puracé, o Colanta en Antioquia, y nos impulsáramos a recuperar nuestra propia procesadora, uniendo voluntades, saberes y capacidades, en un lugar en donde quepamos todos: productores- ganaderos de todos los tamaños, campesinos, indígenas, afrodescendientes, técnicos, inversionistas, transportadores, comerciantes, etc. con la innegable voluntad de la comunidad, primera beneficiaria de este propósito.
Absurdo sería decir que no hay dinero, pues las fuentes de financiación y cooperación nacional e internacional existen. Es cuestión de capacidad de asociación y deseos de trabajar conjuntamente, respetando las diferencias.
Clímaco Eduardo Nates López
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