Minería ilegal, un enemigo ancestral que intenta apoderarse del Cauca

Desde hace pocos años, a los municipios de Buenos Aires y Santander de Quilichao empezaron a llegar hombres de acento paisa que explotan los recursos mineros sin autorización de nadie.

En algunos casos, arrendan o compran parcelas para hacer la explotación con retroexcavadoras, dañando la vida útil del terreno, y contaminando de paso las fuentes de agua por los insumos químicos que emplean.

Según fuentes de la región, “los foráneos ofrecen hasta 300 millones de pesos por plaza de tierra. ¿Cómo se resiste una persona? ¿Cómo negarse ante la oferta de tanta plata?”, cuestiona un líder afro,  sintiéndose impotente ante el daño ambiental.

En la vereda Lomitas de Santander de Quilichao, por ejemplo, según dijo alguien que conoce bien la zona, “puede haber tres mil personas barequeando, los muertos no se reportan y hay grupos armados”.

Esa multitud sigue el curso de los ríos Teta y Mazamorrero hasta donde se unen, entre Buenos y Santander. Allí hacen minería abierta con más de 80 retroexcavadoras. “Las autoridades no hacen control; y cando van, les avisan y no encuentran a nadie”, explica el testigo, que pide reserva de su nombre por el riesgo que tiene denunciar lo que allí pasa.

Otra persona, cuya identidad tampoco se revela por las mismas razones, dice que en varios ríos y quebradas, incluido el Tetas, hay contaminación por mercurio. “No tienen peces, no se pueden usar ni acceder al agua. El río permanece contaminado y sucio. ¿Cómo usar sus aguas para cultivos si están contaminadas?”, se pregunta dolido.

La situación es similar en la costa Pacífica.  Una persona de la región le relató a VerdadAbierta.com que en Timbiquí hay alrededor de 86 retroexcavadoras extrayendo oro ilegalmente. Cuando las autoridades sacaron varias retroexcavadoras de Zaragoza, en el municipio vallecaucano de Buenaventura, muchas de ellas fueron a parar a los ríos de López de Micay, Timbiquíy Guapi.

Con el daño ambiental se vino la violencia. Los grupos armados que han montado sus entables mineros o llegaron para extorsionar al barequero, al dueño de bomba y al de retroexcavadora; presionan a todo el mundo para que no denuncien, no resistan el saqueo. “Amedrantan y amenazan a la comunidad para que no denuncien ni digan nada”, dice el habitante de la región.

Los “retreros”, como son conocidos los mineros ilegales en el Pacífico, explotan oro en sectores que hacen parte de los Consejos Comunitarios.

Una persona que conoce esa situación,  explicó, que “los retreros contactan a las familias, a quienes los Consejos les asignan determinadas porciones de tierras de donde deriven su sustento. Les ofrecen dinero a cambio de que les permitan ingresar sus máquinas y extraer el mineral. Se meten al territorio por el eslabón más débil de la cadena”. Así mismo, esa fuente indica que ninguna autoridad puede determinar cuánta tierra ha sido afectada por ese tipo de explotación aurífera.

Por esa razón, las autoridades de los Consejos Comunitarios Afro han hecho jornadas de capacitación y concientización a los miembros de sus comunidades, para que vean las consecuencias negativas de la minería ilegal, y no dejen acabar el territorio a cambio de un puñado de billetes. “En un momento la gente estaba dividida sobre los beneficios de la minería, pero finalmente llegó a la conclusión de que no valía la pena sacrificar la tranquilidad y la fauna. No es lo mismo que una retro saque todo en poco tiempo, a la extracción diaria y sin daño al medio ambiente que le sirve a toda la comunidad”, cuenta alguien que participó en uno de esos talleres.

Tras haber superado la violencia y los flagelos causados por la explotación del oro siglos atrás, las nuevas generaciones de afrodescendientes vuelven a sentir temor por la codicia que despierta ese mineral. Más que una bendición de riqueza del territorio, ahora es una maldición que amenaza con destruirlo.

Fuente: Verdad Abierta.com

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