Por: Daniel Amilcar Terranova Romero
El 1 de Enero se posesionaron los nuevos Gobernadores y Alcaldes. El año 2020 fue recibido con bombos y platillos con mucho optimismo, sobre todo en aquellos municipios y Departamentos donde se surtieron cambios por quejas generadas por corrupción ineficiencia administrativa y la falta de gobernanza de mandatarios salientes.
Aproximadamente a los dos meses de iniciar sus periodos y haber elegido gabinetes para iniciar procesos de planeación orientados a cimentar el plan de desarrollo para los próximos 4 años apareció un evento inesperado extraño ,nunca visto, llegado de países asiáticos con escala en Europa al que llamaron COVID 19.
Este virus se empezó a expandir por varias ciudades, especialmente donde se permitió el ingreso de extranjeros por aeropuertos internacionales con los resultados por todos conocidos ,de casos ,recuperados y fallecidos ,este también puso al descubierto la fragilidad de los sistemas de salud en muchas regiones, motivado por diferentes causas .
La nueva pandemia cogió a todo el mundo como se dice vulgarmente «con los calzones abajo», se armaron planes de contingencia a nivel Nacional, departamental y municipal para enfrentar a un enemigo desconocido, agresivo con alto grado de transmisibilidad y lo más complicado se perdió el nexo o eslabón epidemiológico entre casos y contactos.
De lado quedaron planes y proyectos y los mandatarios se centraron en prevenir la propagación de la enfermedad a realizar acciones epidemiológicas para generar cercos ,barridos e intervenciones en salud pública ,para ganarle la partida a los contagiados y posibles fallecimientos y muchos recursos presupuestados para cumplir con el plan de desarrollo se trasladaron a intervenir la crisis ,social humanitaria y de salud física y mental.
Situación generada obviamente por las medidas de aislamiento preventivo y domiciliario el cual expuso a muchos pobladores a dejar de percibir ingresos y a una gran mayoría a obtener un mínimo vital y aparecieron las demandas ,las presiones y sobrecargas sociales.
Los mandatarios han tenido que soportar el descontento motivado por que los recursos han sido insuficientes e inoportunos para satisfacer tantas necesidades básicas.
No estamos en el momento de pedir las rendiciones de cuentas, ni menos cambiar un sistema económico, pero si más bien de responder a una crisis social y económica producto de la pandemia, miremos las consecuencias: recesión económica, inestabilidad social y repercusión política, gobernar en tiempos de pandemia no es fácil, nadie estaba preparado para esta coyuntura temprana e imprevista y desconocida.
Retomar la confianza perdida por la comunidad no va ser fácil y va determinar los problemas a los que se van a enfrentar en la toma de decisiones, en una tarea perentoria que toca ir abordando.
Ese es el mayor riesgo después de una crisis como la que vivimos. Todos coincidimos en que el mundo no será el mismo cuando venga la calma y se deban lograr los cambios en todas las estructuras de funcionamiento administrativo, gubernamentales, sociedades civiles, y poner la cohesión social como prioridad.
Recuprear la recesión económica y las secuelas deficitarias del presupuesto de inversión en el mediano plazo será fundamental.
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