Con un vistoso desfile militar Caloto, celebró los 476 años de su fundación inicial, este sábado 29 de Junio y fue un sábado precisamente cuando fué fundada por primera vez, por Sebastián de Belalcázar el 29 de junio de 1543.
Con la presencia de la Alcaldesa María Liliana Ararat Mejía, secretarios del despacho, altos mandos militares y de policía,funcionarios e historiadores de la ciudad, se recordó todo el pasado de esta población Nortecaucana que sigue abriéndose al progreso y desarrollo, conservando el legado de quienes quisieron que fuera una población con futuro promisorio desde sus albores.
Todos tenemos cierta inquietud por el pasado. De uno u otro modo hacemos viajes a la memoria para recordar el tiempo que no existe en busca de respuestas a nuestra vida cotidiana o para acurrucarnos en un pasado mejor.
La necesidad por recordar el pasado se ve potenciada por los vertiginosos avances y desarrollos sociales que vivimos actualmente. Un cambio continuo que deriva muchas veces en una pérdida de identidad. Esto, unido al fenómeno de globalización, empuja a muchas sociedades a luchar por conservar su pasado y recordarlo en un esfuerzo por conservar su cultura, pese a las adversidades como lo han demostrado los dirigentes y gobernantes de Caloto.
La mandataria de los Caloteños, ante la Patrona de la Ciudad, la advocación de la “Niña María” señaló que la “Historia misma de la ciudad nos ha permitido un Caloto posible a través del fortalecimiento de las capacidades humanas de todos sus habitantes que nos permite, como sociedad, ser más inteligentes, más productivos, más solidarios, en otros términos, una comunidad empoderada con redención de la confianza en la ciudad, en sus Instituciones y en las personas que les preocupa el futuro de las nuevas generaciones”.
476 Años de Historia
La historia de Caloto comienza cuando Sebastián de Belalcázar, en su deseo de someter a los indios paeces y defender a Popayán, ordena fundar a Caloto, misión que realiza el capitán Juan de Cabrera, el 29 de junio de 1543. Años después Caloto es destruida por los paeces y pijaos.
El Adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada envía en abril de 1652 al capitán Domingo Lozano para emprender otra expedición. Su ejército es destruido, pero regresa a la tierra de los paeces en diciembre del mismo año.
El 3 de enero de 1563 Domingo Lozano funda la nueva ciudad con el nombre de «San Vicente Ferrer de los Paeces» o «Caloto Viejo». Los paeces piden reideramente a Lozano que abandone al lugar, como condición para lograr la paz y como no aceptan sus condiciones, los paeces atacan y destruyen La Plata en 1573. Sancho García del Espinal, gobernador de Popayán, sale en expedición de sometimiento y los paeces, al regresar a Popayán García del Espinal, destruyen nuevamente a Caloto en represalia.
A fines de 1579 el Capitán Hernando Arias de Saavedra nuevamente funda la ciudad esta vez con el nombre de «San Juan del Huila».
Enero 10 de 1582 el capitán Arias de Saavedra la trasladada al Asiento de Minas de Caloto con el nombre de » Nueva Segovia de Caloto».
En octubre 15 de 1585 Arias de Saavedra la mueve al Valle de Quinayó, en la provincia de los Tunibíos.
Agosto 27 de 1587 el capitán Lorenzo de Paz Maldonado lleva a la ribera derecha del Río Palo, en la proximidad a Cali, a los del gobierno y sangre española. Esta parte se designa como «Caloto Abajo» y la otra «Caloto Arriba». Caloto Arriba fue más tarde destruida por los indígenas, aunque a costa de varias derrotas y muchas muertes.
Como continuaban las diferencias entre los Calotos, el teniente General de Indultos y Composiciones, Policarpo del Pando, visita las partes y ordena que todos los vecinos de Caloto se trasladen al sitio donde hoy ocupa la ciudad de Caloto.
Terminadas las luchas entre conquistadores e indígenas y entre los de los dos Calotos, la ciudad toma el nombre de «Nueva Segovia de San Esteban de Caloto».
Como testimonio del desarrollo inicial queda el Templo Parroquial, algunas de las residencias particulares que sirven de marco a la plaza principal. El resto sucumbió a la acción devastadora del hombre, a las inclemencias del tiempo o a las contorsiones de la naturaleza.
Gloria Inés López Orduy
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