“Mantengan viva la alegría, no se la dejen robar» :Papa a los jóvenes

El Papa Francisco afirmó que “es mucho el tiempo pasado en el odio y la venganza. La soledad de estar siempre enfrentados ya se cuenta por décadas y huele a cien años”.

En horas de  la mañana en  su encuentro con el presidente Juan Manuel Santos en la Casa de Nariño, el papa Francisco leyó un emotivo discurso en el que habló de dejar a un lado el odio y los intereses particulares y de no perder los esfuerzos de paz.

 

“Que este esfuerzo (de paz) nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses solo particulares y a corto plazo. Cuanto más difícil es el camino que conduce a la paz y al entendimiento, más empeño hemos de poner en reconocer al otro, en sanar las heridas y construir puentes, en estrechar lazos y ayudarnos mutuamente”, señaló el sumo pontífice.

De igual manera, reiteró que su viaje tiene como finalidad acompañar a los colombianos en esta época de transformación:

Los niños que recibieron en la Plaza de Armas al Papa Francisco no pudieron reprimir su emoción cuando lo vieron tan cerca.

“Es mucho el tiempo pasado en el odio y la venganza… La soledad de estar siempre enfrentados ya se cuenta por décadas y huele a cien años; no queremos que cualquier tipo de violencia restrinja o anule ni una vida más. Y quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso; este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz”, dijo.

«Quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso»  sostuvo el Sumo Pontífice.

El papa Francisco también les hizo llamados a los políticos colombianos, a quienes instó a hacer leyes “más justas” que no solo extirpen, de raíz, los conflictos, sino que combatan la pobreza.

“Se necesitan leyes justas que puedan garantizar esa armonía y ayudar a superar los conflictos que han desgarrado esta Nación por décadas; leyes que no nacen de la exigencia pragmática de ordenar la sociedad, sino del deseo de resolver las causas estructurales de la pobreza que generan exclusión y violencia”, señaló el sumo pontífice.

El Alcalde  Mayor de  Bogotá Enrique  Peñalosa le entregó  las  llaves  de  la ciudad al Papa  Francisco  y de  paso se tomó  una  Silfie con el jerarca  católico, junto  sus  hijos e igualmente lo hizo el presidente del Concejo Distrital  Horacio Serpa.

Posteriormente Francisco continuó su camino para orar ante la Virgen de Chiquinquirá.

Quizá en las que han sido sus palabras más emotivas e intensas desde que llegó al país, este jueves el papa Francisco se dirigió a los jóvenes desde el balcón del Palacio Cardenalicio, en la Plaza de Bolívar.

Ante centenares de fieles que colmaron la plaza, una vez concluido su encuentro con el presidente Juan Manuel Santos, el pontífice animó a“mantener viva la alegría” y dijo venir “a aprender”.

Ante más de 20.000 personas, “cachacos, paisas, costeños, vallunos y de todos lados”, Francisco pidió a los jóvenes que sepan enseñar a los mayores a perdonar y a dejar atrás el lastre del odio. El papa saludó con un «¡La paz con ustedes!» y les dijo que «Dios los ama con amor de Padre y los anima a seguir buscando y deseando la paz, aquella paz que es auténtica y duradera».

Frecuentemente interrumpido por los aplausos y las ovaciones de los entusiastas que lo acompañaron en la Plaza de Bolívar, Francisco centró su discurso en que los jóvenes colombianos sean capaces de «cambiar esta sociedad y lo que se propongan» y les dijo: ¡No le teman al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande!».

 

Después de dirigirse a los jóvenes y como último compromiso en la mañana de este jueves, el papa Francisco se reunió con los obispos colombianos en el Palacio Cardenalicio, al lado de la Catedral Primada (donde más temprano oró ante la imagen de la Señora de Chiquinquirá).

En ese encuentro les advirtió que no se comporten como políticos, ayuden a la reconciliación en Colombia y defiendan la preservación de la Amazonía.

«Busquen con perseverancia la comunión entre ustedes. No se cansen de construirla a través del diálogo franco y fraterno, condenando como peste las agendas encubiertas. Sean premurosos en cumplir el primer paso, del uno para con el otro», instó Francisco a los cerca de 130 obispos colombianos reunidos en el palacio cardenalicio en Bogotá.

El jefe del Vaticano, que apoyó el acuerdo de paz firmado con la guerrilla comunista de las Farc y los diálogos con el Eln, el último grupo rebelde activo, evocó de esta manera las críticas surgidas en el ala más conservadora de la iglesia a las negociaciones de paz con grupos subversivos.

«Ustedes no son técnicos ni políticos, son pastores (…). Colombia tiene necesidad de su mirada propia de obispos, para sostenerla en el coraje del primer paso hacia la paz definitiva, la reconciliación», les dijo con tono frío, serio, el que asume cuando se trata de hablar sobre los males internos de la Iglesia Católica.

En el tercer discurso de su primera jornada en Colombia, el primer papa latinoamericano se refirió también a la corrupción, la defensa de la vida desde el vientre materno hasta su natural conclusión, a la plaga de la violencia y del alcoholismo, a la inseguridad y orfandad, así como a la droga.

«Solo Dios es señor y a ninguna otra causa se debe someter nuestra almas de pastores. La reconciliación, hacia la abdicación de la violencia, la superación de las desigualdades, la renuncia al camino fácil de la corrupción, la consolidación de al rex pública que requiere la superación de la miseria. Se trata de una tarea ardua, pero irrenunciable. Los caminos son empinados y las soluciones no son obvias», les dijo el sumo pontífice a los obispos.

El pontífice latinoamericano, autor de la primera encíclica ecológica de la historia, hizo un pedido especial a la iglesia por la Amazonía, región que «es para todos nosotros una prueba decisiva», recalcó. «Sean por lo tanto el otro brazo de la Amazonía. Colombia no la puede amputar sin ser mutilada en su rostro y en su alma», les recordó.

Con ella, continúo, se podrá «verificar si nuestra sociedad, casi siempre reducida al materialismo y pragmatismo, está en grado de custodiar lo que recibió, pero no para desvalijarlo. Pienso si somos capaces de aprender de los indígenas amazónicos sobre la sacralidad de la vida. Los invito a no abandonar a sí misma a la Iglesia en la Amazonía, pues la consolidación de un rostro amazónico en la Iglesia es un desafío de todos ustedes y depende del apoyo misionero de todas las diócesis colombianas».

En  horas  de  la  tarde la primera misa del papa Francisco en Colombia contó con la presencia de un millón trescientos mil fieles. El Parque Metropolitano Simón Bolívar fue el escenario en el que se registró un fervor católico con pocos antecedentes. No es para menos. Francisco es un papa que convoca a los que son y no son fieles. Genera respeto, admiración, alegría, paz.

En Bogotá la tarde estaba nublada. La capital de la República se puso un traje gris, parecía que fuera a llover. Sin embargo, cuando Francisco salió de la Nunciatura Apostólica, ubicada en en la localidad de Teusaquillo, las nubes grises se hicieron a un lado.

El papa Francisco encontró este jueves al finalizar su agitado segundo día de su  visita  apostólica en el exterior de la Nunciatura de Bogotá a grupos de personas con discapacidades y a ellos les reconoció también: «Yo soy muy vulnerable».

Francisco regresó a la Nunciatura en su segundo día de visita a Colombia y tras celebrar una misa multitudinaria y allí le esperaban decenas de personas con cantos y bailes.

Un grupo de chicas con síndrome de down y otras discapacidades leyeron su mensaje al papa en el que pedían que la vulnerabilidad sea «considerada una esencia de la humanidad».

 

Un papa visiblemente emocionado agradeció a todos «los cantos» y las «cosas lindas» que dijeron y pidió que la vulnerabilidad sea respetada y acariciada y que dé fruto para los demás».

«Rezar por mí que yo soy muy vulnerable. Todos somos vulnerables», afirmó Francisco a los presentes, a quienes dio después su bendición.

Redacciòn