
Dos grupos de jóvenes que pertenecían a pandillas en el Barrio Carlos Alberto Guzmán de Puerto Tejada, hoy conforman dos unidades productivas , con las que buscan alejarse de la delincuencia.
Este proyecto que cuenta con el respaldo económico de la Alcaldía y el liderazgo del Sacerdote Ortodoxo Edilson Huérfano, y varios líderes de la zona es hoy ejemplo de que la paz también se construye desde las ciudades en donde se reproduce la violencia urbana.
Invitado por la Alcaldía Municipal el sacerdote Ortodoxo Edilson Huérfano Ordóñez aceptó el reto de trabajar en un programa social que buscará encontrar salidas al grave problema de la presencia activa de las pandillas juveniles en esta población Nortecaucana que han generado violencia urbana.
Con 15 años de experiencia con trabajos exitosos de resocialización de los sectores más vulnerables en el Distrito de Aguablanca, más concretamente en el barrio Petecuy, el líder religioso y social, quiere contribuir a crear espacios para que este conflicto del fenómeno de las pandillas que Puerto Tejada deje de ser una prioritaria preocupación pública movilizando ahora a las autoridades y dirigentes comunitarios, ante el fuerte impacto que ha generado.
Huérfano Ordóñez , ha señalado que “Hemos iniciado un proceso de paz para detener la violencia urbana en Puerto Tejada con tres pandillas juveniles y estamos bastantes optimistas de poder contribuir con ayuda de Dios y nuestra experiencia , para llamar la atención que estos jóvenes tengan un mejor futuro, lejos de los factores de riesgo y emprender programas de rehabilitación y reinserción, en los que se articulen esfuerzos de los gobiernos y de sus instituciones, vinculando además activamente a la sociedad civil y las comunidades afectadas, para llegar así a la formulación y ejecución de una política balanceada de sanción y prevención”.
Para el Alcalde Tobías Balanta Murillo, se trata con esta intervención de este líder espiritual y social de entender y responder a este fenómeno de manera apropiada.
Y es que Puerto Tejada las pandillas, desde hace mucho rato han emergido como una opción de identidad alternativa, ha sido resultado de un sin número de tensiones, contradicciones y ansiedades de la juventud de nuestros días.
Ha sido un flagelo con imaginarios que no se adecuan a la escala de valores hegemónica, pues dada la exclusión social que enfrentan sus miembros, éstas se alzan como un referente emocional y afectivo distinto, el cual se asemeja al de una familia, particularmente para aquellos jóvenes que provienen de familias caracterizadas por el maltrato, las necesidades económicas y la disfuncionalidad.
En los distintos sectores en donde han venido operando las pandillas, allí, el desamor en los hogares tiene un costo, el espíritu gregario impulsivo y emocional sobresale, el respeto lo impone la acumulación de actos violentos y la enemistad con la pandilla contraria es fuente de sentido con permanentes enfrentamientos que deja víctimas inocentes, miedo y zozobra.
Es por ello que intentos sociales como lo que ha emprendido el cura ortodoxo Edilson Huérfano Ordóñez ha recibido de entrada el apoyo de las autoridades y la comunidad, pues también se trata de desistigmatizar una población en los que sus jóvenes merecen un mejor futuro, así como las nuevas generaciones de niños y niñas que han perdido sus proyectos de vida, como también mucha gente inocente que han sido víctimas fatales por el accionar violento de las pandillas juveniles.
Huérfano Ordóñez, es un tolimense que no tiene pelos en la lengua cuando de exigir justicia social y defender los derechos de los más desvalidos se trata, tal como lo ha hecho en el conflictivo Distrito de Agua Blanca.


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