Antes de descuartizar a su novia, el vallecaucano Edwin Mauricio Vásquez la asfixió. Una vez comprobó que estaba muerta, puso el cuerpo en la tina del baño del apartamento que compartían hacía dos años, en la calle Huérfanos del centro de Santiago de Chile.
Ella era Yuliana Aguirre Acevedo, una joven de 21 años nacida en el municipio Andalucía, localidad de apenas 30.000 habitantes en el centro del Valle del Cauca, donde no se supera la conmoción por la manera macabra como se cometió el crimen.
En la bañera, Vásquez la desmembró con las técnicas forenses que había aprendido en una funeraria, en uno de los empleos que tuvo, y aplicó torniquetes para que el cadáver no se desangrara.
Luego, el hombre, preso en el país austral y quien fue declarado culpable esta semana por el IV Tribunal Oral de esa nación del Cono Sur del continente, salió del edificio en un taxi con una bolsa con los restos de Yuliana y los arrojó al río Mapocho. Más tarde volvió al apartamento y repitió la escena, pero con una maleta.
Sin embargo, en la corriente, aguas abajo, los restos se atascaron en unas compuertas de un sistema de canalización, lo que llamó la atención de transeúntes, que después alertaron a la Policía.
Este relato formó parte de la información conocida durante el juicio de una semana que concluyó en la decisión de culpabilidad del tribunal, notificada el miércoles pasado.La pena para el vallecaucano se daría a conocer el miércoles de la próxima semana.
La Fiscalía, así como la familia de Yuliana, en el Valle del Cauca, están insistiendo en que se aplique la cadena perpetua a este joven de 26 años, quien, según el Tribunal, cometió el asesinato de su novia el 5 de marzo del año pasado, luego de una discusión, al parecer por los celos de él.
La Fiscalía en Chile recalcó que de concedérsele la cadena perpetua, el procesado no tendría beneficios carcelarios antes de completar 20 años en prisión.
Pero, el abogado defensor del vallecaucano está pidiendo una condena de ocho años porque habría colaborado con la justicia y declarado su arrepentimiento, lo que para la familia de Yuliana sería inconcebible.
Recuerdan que cada vez que la mamá hablaba con su yerno por teléfono, ella siempre le decía: “Cuídeme a mi hija”.
En la audiencia a Vásquez, él reconoció haber matado a Yuliana, por lo que hubo una gran movilización en Andalucía el año pasado con velas por las calles, exigiendo un castigo severo y ejemplar, al igual que hoy reclaman esta comunidad y la familia de la joven, agobiada por otros golpes.
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