El Gobierno Nacional aprobó la asignación de operaciones de desminado en once zonas de ocho municipios de los departamentos del país; en ellos Miranda, al Norte del Cauca.
Con la nueva asignación se busca despejar 1.584.395 metros cuadrados, adicionales a los 21 millones de metros cuadrados asignados en septiembre anterior por la Instancia Interinstitucional.
Con lo anterior se interviene más del 40 por ciento del total del área contaminada en Colombia, que se estima en 52 millones de metros cuadrados, según los registros del Sistema de Gestión de Información sobre Minas Antipersonal que administran la Dirección para la Acción Integral contra Minas Antipersonal (Daicma) y la Alta Consejería para el Posconflicto.
El desminado humanitario es la asistencia humanitaria provista a las comunidades afectadas por las Minas Antipersonal (MAP) y las Municiones sin Explosionar (MUSE) siguiendo los Estándares Nacionales de Desminado Humanitario, que fueron elaborados con base en la legislación nacional, los Estándares Internacionales para la Acción contra Minas (IMAS por sus siglas en inglés) y los Principios fundamentales de Humanidad, Neutralidad e Imparcialidad, consagrados en la Resolución 46/182 de la Asamblea General de las Naciones Unidas (Diciembre 1991).
Tiene como propósito liberar tierras de minas antipersonal para ser usadas con plena libertad por desplazados, víctimas del conflicto armado y comunidad en general.
Un total de 11.446 personas muertas, la mayoría militares, pero también civiles, murieron en Colombia por accidentes con minas antipersona entre 1990 y 2015, según la Dirección para la Acción Integral contra Minas Antipersona.
Esta es una noticia que debe alegrar no solo a los moradores de aquellas zonas rurales de este municipio Mortecaucano, sino al país en general.
El hecho es muy positivo, comenzando porque se confirma que admirables personas continúan a diario, en silencio, esa valiosa y riesgosa tarea, en busca de salvar vidas. Y que el Estado sigue honrando el compromiso de limpiar de estos mortales artefactos la tierra fértil que daba cosechas de pancoger, de zonas habitadas por campesinos e indígenas en la que nunca debieron sembrarse las letales trampas.
El propósito es que esta martirizada nación, la segunda en el mundo con más minas, de aquí al 2021 esté limpia; y para lograrlo, hoy –según palabras del propio Presidente Santos– se está realizando la tarea en 48 de los municipios más afectados.
El desminado sigue, por fortuna, sin descanso. Un país como el nuestro, que ha puesto más de 11.000 víctimas, entre civiles y uniformados, con casi 1.250 niños como parte ese doloroso número, debe alegrarse casi hasta la lágrima cada vez que un nuevo municipio logra liberarse de las tarascas.
En esta ocasión participarán los mismos miembros de las Farc quiene informarán los sitios donde sembraron estas armas mortales como parte del compromiso firmado en la Habana, Cuba en los acuerdos de Paz.
Porque cada mina arrancada puede ser una vida salvada o significar el futuro de un niño; en fin, salvar de una tragedia irreparable a un hogar. Y porque estas torpezas dejadas por los protagonistas del largo conflicto no se apagan con la firma de los acuerdos, sino que duran años, esperando un pie.
Pero la firma sí es un paso adelante en el empeño de que quienes las plantaron puedan ser importantísimas fuentes y actores para que un día no lejano sea posible transitar los campos y montañas de este país en verdadera paz.
Debe estar conectado para enviar un comentario.