Si no es ahora, el Pacífico Caucano seguirá en el eterno olvido de sus vergüenzas

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El plan de acción del 2017 para la ejecución de proyectos de bienestar en las comunidades del litoral pacífico caucano   contempla la  inversión cercana a  los  40 millones de dólares  que serán destinados para trabajar iniciativas relacionadas con saneamiento básico, electrificación, aguas y fortalecimiento institucional.

Esperamos que además  por fin se  pueda iniciar  a disminuir la pobreza, impulsar el campo en las zonas más afectadas por el conflicto armado y estimular el crecimiento económico durante el posconflicto disminuyendo así la brecha de desigualdad social en la región, mientras para el caso del Litoral Pacífico caucano algún día se  logre sacar adelante la  soñada  “carretera al mar”.

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Por lo general, los alcaldes y demás dirigentes de esta región cargan tres listados en sus maletines. El de los problemas  seculares generados por el olvido del Estado; el de las potencialidades en pesca, madera, minería y turismo, y el más importante para ellos que sin cumplir las promesas electorales pasaran  a  la historia de sus pueblos sin pena ni gloria: las múltiples obras  que requieren sus  comunidades para borrar las vergüenzas que ahora los acosan.

El Plan Todos Somos Pazcífico ha  generado expectativas en Cauca, Nariño, Chocó y Valle del Cauca. Comunidades indígenas y afro esperan verse beneficiadas y no desplazadas con el plan.

La historia de  Guapi, Timbiquí  y López de  Micay  se repite en el resto del Pacífico colombiano, es la del abandono, el olvido y la indiferencia de un Gobierno Central que siempre ha dejado a esta región del país a su suerte.

Esa ausencia del Estado  y sentido de  pertenencia  de sus  propios  hijos es la que ha llevado a que allí se conjuguen todos los males posibles: pobreza, corrupción, violencia y escasísimas oportunidades de progreso para sus habitantes.

También ha  sido  el hueco por el que se han infiltrado toda clase de organizaciones criminales, que además de amedrentar a la población han montado un sin fin de actividades ilícitas, como la devastadora  minería  ilegal, el narcotráfico rampante y el tráfico de  armas, de las que se lucran mientras acaban los recursos naturales de la región con mayor biodiversidad del mundo.

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Es el caso de la minería ilegal que en las dos  últimas décadas  ha arrasado más de  20mil   hectáreas de bosques, mientras ha contaminado con cianuro y mercurio ríos como, el Naya, Rio Micay, Timbiquí y la quebrada Agua Clara esenciales  para  la vida  de  sus habitantes.

Ojala estas  nuevas  inversiones  sirvan  para  ir remediando la  imagen de un Estado  indolente, con su mirada centralista que desconoce o ignora las realidades de una región como el Pacífico y las necesidades de sus humildes  moradores.

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La queja  se  ha vuelto  eterna .Lo que pasa con los mares  como el pacífico se replica en todas las potencialidades del país. Tenemos todo: clima, riquezas naturales, posibilidades de producción agropecuaria, posición geográfica estratégica y, sin embargo, no estamos sacándole partido a nada. Pareciera que consideráramos estos recursos como inagotables y no nos hemos preocupado  seria y estrictamente por su protección y recuperación.

Con estas  obras y acciones   anunciadas  para el  Litoral Pacífico caucano  es hora de comenzar a  mirar con optimismo y futuro  esta  región.

El aprovechamiento de nuestros mares definitivamente pasa por un cambio de actitud de la dirigencia nacional, que por fin se decida a mirar a este departamento  y toda  la región como puntal del desarrollo del Pacífico, lo cual, además de mayor inversión social, pasa por los puertos, las vías, las  acuapistas y una gran central hidroeléctrica para aprovechar la riqueza hídrica.

Las  comparaciones  son odiosas  pero  aquí  en el cauca hay que comenzar a “pensar  en grande”. Resulta  recomendable por ejemplo,   aprender del desarrollo pesquero de peruanos y chilenos, pero comenzando por saber de qué magnitud y calidad es la riqueza de nuestro  envidiable mar, que ya  muchos  quisieran tener como regalo de  la  naturaleza.

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Como positivo  de momento hay que considerar el hecho que, al menos en el discurso oficial, ya se esté mirando más de frente hacia las  comunidades  del Pacífico, que por la inoportuna atención estatal han estado de espaldas al progreso  y desarrollo que se  merecen.

Si una  región y  un país  como el nuestro tiene  mayor  voluntad política y recursos, pues acomete esas transformaciones con cargo a su propia caja. Pero si no tiene la plata suficiente para infraestructura, puertos, ciudades industriales, le toca abrirse a las concesiones internacionales.

Modelos cercanos no faltan y  volvemos  a los casos de Chile y Perú.  Aquí no hemos creído el caso del Perú, que ha crecido al 6 y 7 por ciento desde hace días, ni lo de Chile desde la época de Augusto Pinochet. Ambos no tenían recursos y hoy se están aprovechando vertiginosa y creativamente de la cuenca del Pacífico.

Y para no ir  muy lejos pese  a su régimen político el caso del Ecuador, no deja  de  sorprender y abonarle su reorientación en infraestructura hacia el Pacífico y en educación, ciencia y tecnología. El capital semilla se los dio el petróleo y el apoyo de naciones como China. Hoy, los ecuatorianos ya marcan sus progresos en las estadísticas internacionales.

LABM.

 

Redacciòn