Familiares, amigos y compañeros de trabajo, se unieron a la tristeza que embarga esta municipalidad tras el sensible y trágico fallecimiento del guarda de tránsito Juan Carlos Cuero Velasco.
Parientes y amistades cercanas despidieron en una emotiva ceremonia y de forma bastante concurrida al popular “ Guala”, en la que fue su última morada en el cementerio , luego de asistir a la Eucaristía que por su eterno descanso ofició el Padre Ever Claudio Marín García en el Templo Parroquial de la Inmaculada Concepción.
Sus honras fúnebres estuvieron animadas por un Mariachi y la ampliación de sus canciones favoritas con las cuales sus seres queridos y amigos recordaron los momentos inolvidables que compartieron junto a él en tantas celebraciones en donde Juan Carlos Cuero siempre fue el centro de atracción por el carisma y afecto que irradiaba.
“Partió de forma tan repentina que no tuvimos tiempo de decirle adiós y tanto que le admirábamos por su don de gente y simpatía. Ruego a Dios que le tenga en su gloria, mientras nosotros le llevamos en el corazón” sostuvo una compañera de trabajo de la Secretaría de Tránsito de Puerto Tejada.
“Siempre fue un tipo muy alegre, bondadoso y de buen corazón. Ahora oramos por su descanso eterno porque sé que donde se encuentre hallará paz. Aquí sus amigos mantendremos vivo su recuerdo y por siempre nos acompañará” Dijo uno de sus más cercanos amigo de la Carrera 19 con quienes solía departir.
Al funeral de “Guala” asistieron Portejadeños de todos los sectores sociales y rincones de la población pues durante su existencia y como funcionario público se supo ganar el aprecio de las gentes.
El cortejo fúnebre en su recorrido desde su sitio de velación, la Misa en la Inmaculada Concepción y el cementerio se vio acompañado de centenares de allegados y amigos que consternados por su pronta y trágica desaparición quisieron darle un sentido último adiós a quien curiosamente trabajaba por la seguridad y movilidad del tránsito en Puerto Tejada, muere en un absurdo accidente el pasado lunes 12 cuando apenas empezaba asomarse el sol de la mañana.
Por: Gloria Inés López Horduhy
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