Ahora sí, de verdad, esa frase de señora bajita para romper silencios de fila en el banco se hace cierta: “y se fue el año ¿no?”.
Y al irse el año también se dice que “llegó diciembre con su alegría”, pero sobre todo con su música, porque si hay algo que uno puede identificar de esta época del año es que suena de una forma única y año tras año idéntica, aunque no necesariamente tan alegre como dice la famosa frase.
Todo comienza en las novenas con sus villancicos. Allí, de la mano de una anfitriona entusiasta que con su balaca de cachitos de reno reparte panderetas y maracas, comienza un cúmulo de onomatopeyas como el “ropopompón” u otras tutainas y zagales que la mayoría repetimos pero no hemos entendido nunca.
Estas letras incomprensibles pasan desapercibidas bajo el camuflaje de la percusión infantil –no siempre hecha por niños- y la recompensa final de natillas y buñuelos.
Para la muestra de lo extraños que son los villancicos, está ese que habla de los peces en el río sobre el cual poco se ha reflexionado ¿Cómo es posible esto de peces en el río, que por ver al Dios nacer deciden ponerse a beber y beber y volver a beber?.
Solo una situación tan alucinante como esta explica que alguien, quién sabe en qué estado de conciencia, haya escrito algo como “Mamá, dónde están los juguetes”, ese lamento infantil agudísimo que demuestra que “diciembre con su alegría” no siempre es tan cierto como parece.
La falta de alegría persiste cuando uno se pone a pensar cuál habrá sido el destino de ese pobre niño al que el otro niño no le trajo juguetes en navidad, y entonces con una sencilla asociación aparece el señor de los anillos venezolano, el pastor de rebaños de aguardienteros, el pastor del baile pegao’ y suavecito, el ser más opuesto a esa nieve con que se representa la navidad: El único Pastor en el que creen muchos es Pastor López, un referente musical ineludible de las navidades.
Él sabe que para algunas personas diciembre no es sinónimo de alegría y por eso acá toma la vocería de los desafortunados, como el niño que no recibió juguetes y que probablemente de adulto tiene que vivir la “Navidad de un Preso”.
Pero la noche buena puede ser noche mala, no sólo para los presos, sino también para los despechados. Marco Antonio Solís y Los Bukis lo saben bien. Por eso, al son del baile contenido del Buki bajista que intenta limitar su descarga, y con las lucecitas del árbol hablando de ese ser amado que ya no está, Los Bukis brindan por la ausencia, mueren también con la agonía del año y cantan “Navidad sin Ti”.
Y la navidad se acaba y todo debería volver a la normalidad. Pero no, una semana después llega el año nuevo, otra festividad en la que se corrobora que diciembre llega y también se va con menos alegría de la que se pregona.
En el fin de año la gente come uvas y las pasa con lágrimas, se baña en champaña y lágrimas y da la vuelta a la manzana con maletas llenas de lágrimas. Pero cómo evitar el llanto si todos los fines de año, de todos los años que yo recuerdo, aparece este quejido, este lamento hecho canción, esta voz resquebrajada que nos advierte llena de congoja que “Faltan 5 pa’ las 12” y entonces, en el fondo, uno sabe que el año nuevo llega cargado de angustia.
La ventaja de estas canciones es que parecerían estar próximas a caducar por cuenta de años y años de uso y abuso. Seguramente los más jóvenes erigirán nuevos himnos navideños, nuevas canciones que ojalá le otorguen algo de validez al dicho aquel de “llegó diciembre con su alegría”.
Pero lamentablemente no es así, las nuevas generaciones no solo se contentan con los lamentos de antaño, sino que hacen lo posible para que sean peores, para que ese lastre de embriagueces y llantos se perpetúe y la desazón sea aún peor, tanto así, que después de oír esta creación de Katamarán y Don Tetto uno solo anhele volver cuanto antes al malo conocido “Mamá, dónde están los juguetes”.
Ya nuestros oídos nos anunciaron que llegó diciembre, pero no con su alegría, por lo menos en lo que a música navideña se refiere. Así que feliz navidad y feliz año nuevo, si es que después de estas canciones del antier, del ayer, del hoy, del mañana y del pasado mañana queda un ápice de felicidad.
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