
El venezolano Arturo Sosa fue elegido este viernes superior general de los jesuitas, cargo popularmente conocido como el “papa negro” , anunció la orden.
El apelativo de Papa negro. Dicho nombre procede en parte del color de las sobrias sotanas que vestían todos sus miembros, en contraste con la vestimenta blanca del Papa.
“La 36ª Congregación General de la Compañía de Jesús ha elegido al padre Arturo Sosa Abascal, de la provincia de Venezuela, Superior General”, precisa el comunicado de la orden a la que también pertenece el papa Francisco.
Sosa, de 67 años, sucede en el cargo al español Adolfo Nicolás, de quien era Consejero General y que renunció oficialmente a su cargo a principios de octubre.
Licenciado en Filosofía y doctor en Ciencias Políticas, se desempeñaba hasta ahora también como delegado para la Curia y las casas y obras interprovinciales de la Compañía de Jesús en Roma.
El nuevo superior de los jesuitas, que habla español, italiano, inglés y entiende francés, cuenta con una larga trayectoria en la docencia y la investigación, y ha publicado obras, algunas de ellas sobre historia y política venezolana.
Como recuerda a menudo el Papa Francisco, con el que también coincide en esto, la política es un arma de doble filo: Puede servir como nadie al bien común o puede obstaculizar el que las personas y los pueblos alcancen la dignidad y los derechos que les corresponden
Los compañeros de Jesús, sus compañeros, dicen de él que «sabe leer el mundo». O dicho en lenguaje teológico, Arturo Sosa Abascal, es un experto en los «signos de los tiempos», las señales a las que el Vaticano II pidió que siempre estuviese atenta la Iglesia. Los jesuitas han elegido, pues, a un General que mira hacia el horizonte y que abre caminos. Arriesgado y sereno, a la vez, que lee mapas y marca rutas de futuro.
Bajo el paraguas de Francisco, el primer Papa jesuita de la historia, la Compañía eligió a un ‘Papa negro’ latinoamericano como el 30 sucesor de Ignacio de Loyola, que la fundó en 1540. Vientos latinoamericanos siguen soplando con fuerza sobre la Iglesia católica.
Primero el Papa, argentino. Y, ahora, el líder de la congregación religiosa más poderosa y numerosa, venezolano. «¡El primer General no europeo en cuatro siglos!», exclamó el Padre Lombardi, al dar cuenta de su elección.
Con él, la Compañía, que seguirá siendo cada vez más el ‘brazo armado’ de la primavera de Francisco, continúa hablando español. En estos momentos, parece que, para triunfar en la Iglesia, hay que hablar la lengua de Cervantes.
El padre Sosa no estaba en las quimelas de los «papables negros» que apuntaban especialmente a la frontera de Asia, sobre todo a la India (jardín feraz de vocaciones jesuitas), como el nuevo salto en el liderazgo de la Compañía. Pero la elección recayó en un venezolano, curtido en mil batallas, de 67 años de edad y, por lo tanto, con un amplio recorrido de, al menos, 13 años de gobierno (hasta que cumpla los 80, la edad en la que renunció su predecesor, porque quiso). Un generalato llamado, pues, a asegurar el paso (y, en cierto sentido, marcarlo) del pontificado de Francisco al de su sucesor.
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