El presidente Santos no le aceptó la dimisión a Humberto de la Calle y por el contrario lo ratificó como cabeza del trío de funcionarios de su gobierno que ahora deberán reenegociar los frustados acuerdos con el resultado del plebiscito, y deberán ser puentes de diálogos con los voceros designados por los sectores del NO.
En las crisis el presidente Juan Manuel Santos suele dar sorpresas y después de la derrota de la refrendación del acuerdo final, no podía ser diferente. De la defensa pasó a la ofensiva al cogerle la caña al diálogo que le propuso la víspera el ex presidente Álvaro Uribe y anunció su equipo negociador para las conversaciones con los voceros del No: De la Calle; el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, y la canciller, María Ángela Holguín.
En su segunda declaración pública después de conocer el batatazo del domingo, Santos reiteró que en estos momentos el país necesita unidad para «dejar atrás las rencillas, los odios y la polarización que tanto daño nos hace».
En un país en donde nadie asume responsabilidades su gesto fue considerado un acto de grandeza. Con excepción de los promotores del No, como el exprocurador Alejandro Ordóñez, pocos colombianos consideran que los resultados del domingo sean culpa de Humberto de la Calle.
La decisión del presidente se da luego de que el Centro Democrático presentara a Óscar Zuluaga, Iván Duque y Carlos Holmes Trujillo como quienes se sentarán a mostrar las propuestas de la oposición sobre los acuerdos con las Farc.
La idea de crear una diálogo abierto fue apoyada por la totalidad de los partidos políticos que asistieron a una reunión en la Casa de Nariño en la mañana de este lunes, convocada tras los resultados del plebiscito en el que el No resultó triunfador. De esta reunión se ausentó el Centro Democrático
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