Hace tres años, mientras dormía, el padre Rafael Manuel Almansa Riaño se apareció en los sueños de monseñor Álvaro Fandiño Franki.
Estaba hincado ante la imagen de Cristo con el Santísimo Sacramento entre las manos, mientras un coro de niños le cantaba con fervor.
Tenía esa túnica negra que siempre lucía con humildad sobre su traje café de fraile; un rosario de pepas grandes pendía de su cintura y un sombrero negro de ala ancha cubría una cabellera blanca y frondosa. Y él, precisamente, estaba a su lado.
Al despertar se descubrió con los ojos encharcados. Aunque se trató de un sueño, para monseñor Fandiño fue un encuentro sobrenatural que le reavivó los ánimos.
«Esta lucha no ha sido fácil. El demonio se atraviesa», cuenta al sacerdote, de 71 años, al explicar lo complicado que ha sido llevar al padre Almansa a los altares de Dios. «La tentación del desánimo se ha aparecido varias veces».
Habitación del padre Almansa
La Santa Sede informó este martes que el Papa Francisco autorizó la publicación del decreto que reconoce las virtudes heroicas del fraile colombiano Rafael Manuel Almansa Riaño, cuya fama de santidad hizo que incluso los presidentes colombianos buscaran su consejo.
El Santo Padre aprobó la publicación del decreto la tarde de ayer luego de recibir en audiencia al Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Angelo Amato.
El actual Siervo de Dios nació en Bogotá (Colombia), el 2 de agosto de 1840. Fue bautizado en la iglesia de la Nieves, en la capital colombiana. Su formación se dio en los conventos franciscanos, la cual fue interrumpida unos años debido a la expropiación de los bienes de la Iglesia a manos del Gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera.
Finalmente fue ordenado sacerdote el 27 de mayo de 1866, por Mons. Bonifacio Antonio Tozcano, Obispo de Pamplona.
Sus primeros años de servicio pastoral fueron en Santander. Fue párroco en Cúcuta y después del terremoto de 1875 fue trasladado a Bucaramanga. Después ingresó a la orden franciscana, en la cual se había formado y fue nombrado párroco San Francisco, en Bogotá.
Participó en uno de los Capítulos Generales de la Orden Franciscana, en Roma y pudo conocer al Papa León XIII.
El 18 de diciembre de 1897 el Arzobispo de Bogotá, Mons. Bernardo Herrera Restrepo, lo nombró capellán de la Iglesia de San Diego, donde trabajó 30 años hasta su muerte el 27 de junio de 1927.
El Padre. Almansa fue un reconocido consejero y apóstol del bien. Se afirma que unas 100 mil personas visitaron sus restos durante los funerales. Además el Concejo de Bogotá le rindió honores con un monumento de mármol en su tumba, ubicada en el Cementerio Central de Bogotá y ordenó destinar un presupuesto para la elaboración de una estatua.
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