De mi adorada esposa Doris María Villanueva Calderón, esa bella y encantadora mujer costeña que me enamoró y enamoró a Popayán por su don de gentes, su sonrisa, su bondad y su carisma, se pueden decir tantas y tan hermosas cosas, por todo lo que hizo y significó para esta sociedad y para quienes la amamos, que el tamaño y la inmensidad de su propia grandeza humana, no nos daría espacio para hacerlo en estas deshilvanadas líneas.
Su impensada y dolorosa partida, constituye una enorme e irreparable pérdida que nos ha dejado perplejos ante los indescifrables designios del destino, atiborrados de preguntas sin respuestas, inconsolables frente a su ausencia, llenos de vacios en el corazón, y despojados de lo más hermoso y lo más sublime que tiene el hombre, una maravillosa esposa y una madre sin igual.
Doris, nació y creció en la hermosa Santa Marta, en medio de la brisa, la arena y las olas del mar, allí cursó sus estudios primarios y de bachillerato en el colegio de la Presentación. Alegre y radiante de belleza, todo su ser era un universo de júbilos y sonrisas que brotaban de su estirpe costeña como cascadas refrescantes de amor hacia los demás.
Cursó sus estudios de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Externado de Colombia, en la que con todos los honores recibió el título de Doctora en Derecho. Allí igualmente se graduó como especialista en Derecho Laboral y Seguridad Social, y luego en la Universidad del Rosario se especializó en Derecho Administrativo.
En la Escuela de Administración de Negocios EAN, en convenio con la Universidad del Cauca, recibió el título de Especialista en Administración Hospitalaria, y por haber obtenido el más alto puntaje en la Especialización, le fue conferida la Mención de Grado con Excelencia Académica.
Doris, se compenetró y amó tanto a Popayán, al Cauca y a sus gentes, que le entregó sin reservas treinta años de su vida, media vida, dando amor y afecto, construyendo su hogar, educando y sirviendo, sintiendo y viviendo sus problemas como propios, y dando todo lo mejor de sí para como excepcional consejera, la nuestra de todas las horas, y ecuánime conciliadora, hallar soluciones efectivas y expeditas.
Amó con su alma pura y dulce las cosas bellas de la vida, vivió en función de su hogar, de su esposo y sus hijos, de su familia y los demás, amó igualmente la naturaleza, el mar, la olas, las flores, la música, la poesía, la pintura, los libros, el canto, el baile, el estudio, su carrera y su trabajo, el trino de los pájaros.
Doris, fue un ser de excepcionales virtudes, sencilla y serena, reflexiva y sabia en su actuar, su dignidad de mujer, esposa y madre incomparable, siempre inspiraron en todos quienes tuvieron la fortuna de conocerla, gran respeto y profunda admiración por ella.
Fue funcionaria de la Contraloría General de la Nación, Jefe de Relaciones Humanas del Instituto Nacional de Crédito Territorial, donde la conocí, Directora de la Escuela Superior de Administración Pública del Cauca ESAP, entidad que posicionó como la Universidad del Estado, contribuyendo a la educación en el Departamento del Cauca y a la formación de excelentes profesionales de la Administración Pública.
Fue artífice y autora de la reforma al Departamento del Cauca, diseñando una estructura, funcional y eficiente, para hacer más eficaz y transparente la función pública de este ente territorial, al igual que lo hizo en otros muchos municipios del Cauca.
Con admirable capacidad ejecutiva ocupó el cargo de Subdirectora Administrativa y financiera del Hospital Susana López de Valencia, en donde desarrolló una importante gestión en beneficio de la salud.
Al momento de su partida era la Procuradora 40 Judicial Administrativa en el Departamento del Cauca, ante el Tribunal Contencioso Administrativo. En repetidas oportunidades fue encargada como Procuradora Regional del Cauca y Provincial de Popayán, desempeñándose con admirable y reconocida dignidad y solidez jurídica, intachable profesionalismo, decoro y ecuanimidad que le valieron el afecto, el aprecio y un merecido prestigio y respetabilidad en el medio, que hoy exalta su insigne personalidad de jurista como ejemplo a seguir para todos.
¡Pablo Andrés y yo te adoramos Nena. Juan Federico te abraza feliz allá en el cielo. ¡Te amamos porque serviste y fuiste todo amor!
ÁLVARO GRIJALBA GÓMEZ




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